10/02/2019, 16:45
Olía a mierda. O más bien, a mierdas en plural, de todo el jodido culo de Notsuba.
El túnel cloacal se hacía cada vez más insoportable, pero tras severos minutos, ambos lograron dar con la vertiente deseada. Una que estuviera cerca de los galpones, exactamente, a tres depósitos a la derecha de donde se concentraban los guardias que uno a uno retiraban los cuerpos de su interior.
Había un par, algo distraídos, viendo hacia la dirección de ellos. Salir de ahí ahora era igual a que esos dos tipos les vieran.
¿Qué iban a hacer?
Urami cogió el ninjatō con ambas manos, y aún así le costó sostenerlo en el aire. Miró la hoja, miró su reflejo en ella. Incluso creyó ver a su madre parada detrás suya, con la mano sobre su hombro y, contra todo pronóstico, sonriéndole. Sonriéndole a ella que tanto había renegado de su familia. Que tanto había querido abandonarla.
Dio dos pasos. Estaba ella frente a Shoberu, sin aire en sus pulmones, sobándose los huevos. De pronto se sintió empoderada. Molesta. Y la venganza tomó forma.
No. No fue rápido tal como lo pidió Datsue. Fue lenta y dolorosa. Fue un corte, luego otro, luego otro. Capa por capa hasta llegar a la jodida carótida. Luego se detuvo y dejó que el mar de sangre fluyera hasta que se ahogara él mismo.
El túnel cloacal se hacía cada vez más insoportable, pero tras severos minutos, ambos lograron dar con la vertiente deseada. Una que estuviera cerca de los galpones, exactamente, a tres depósitos a la derecha de donde se concentraban los guardias que uno a uno retiraban los cuerpos de su interior.
Había un par, algo distraídos, viendo hacia la dirección de ellos. Salir de ahí ahora era igual a que esos dos tipos les vieran.
¿Qué iban a hacer?
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Urami cogió el ninjatō con ambas manos, y aún así le costó sostenerlo en el aire. Miró la hoja, miró su reflejo en ella. Incluso creyó ver a su madre parada detrás suya, con la mano sobre su hombro y, contra todo pronóstico, sonriéndole. Sonriéndole a ella que tanto había renegado de su familia. Que tanto había querido abandonarla.
Dio dos pasos. Estaba ella frente a Shoberu, sin aire en sus pulmones, sobándose los huevos. De pronto se sintió empoderada. Molesta. Y la venganza tomó forma.
No. No fue rápido tal como lo pidió Datsue. Fue lenta y dolorosa. Fue un corte, luego otro, luego otro. Capa por capa hasta llegar a la jodida carótida. Luego se detuvo y dejó que el mar de sangre fluyera hasta que se ahogara él mismo.