10/02/2019, 20:02
Datsue tomó el arma, y limpió el filo en la ropa de Shoberu antes de guardarla en la vaina. Luego, alzó la cabeza, en dirección a las colinas que señalaba Urami.
—Peligroso por los acantilados, ¿no? —se imaginó. Más para ella que para él, pero aún siendo un ninja, mejor no descuidarse. Le cogió por la mano por si era ella quien se caía por algún barranco—. Vamos, pues.
Y arrancó a correr en aquella dirección, mientras pensaba en un plan para encontrarse con su clon y Kitana, quienes esperaba estuviesen ya cerca. Aunque, ¿le convenía esperar a la llegada de Kitana? ¿No sería mejor emprender su camino, y dejar a Urami a la mitad de este, cuando él ya tuviese la certeza de saber llegar hasta el templo? Así, su clon conduciría a Kitana hasta Urami, y ellas aguardarían en algún punto seguro hasta que él volviese…
… con o sin la madre de ellas. La pregunta era: ¿cómo? ¿Cómo llevaría su clon a Kitana hasta el punto exacto dónde se encontraba Urami? Tan solo había una respuesta para eso, y se llamaba Sello de Rastreo.
«Ah, ojalá fuese un sueño, Kitana. Ojalá lo fuese»
Realizó los sellos necesarios y apoyó la palma de la mano en Kitana. De pronto, esta se convirtió en una perra callejera, de aspecto mugroso, flacucho y tamaño medio. Sin collar. Luego, repitió los mismos sellos, y fue él quien terminó por convertirse en un perro tuerto, muy parecido a Stuffy, pero más grande y más… sucio. Sí, más sucio, por muy imposible que esto pudiese parecer.
Le hizo un gesto con la cabeza a Kitana para que le siguiese, y tras dar un par de vueltas dentro de la cloaca para que ella —y él también— se acostumbrase a eso de caminar a cuatro patas, salió al exterior, apenas mirando de refilón a los guardias, y olisqueando el terreno de vez en cuando. Su objetivo: llegar hasta el galpón de en frente, rodearlo y situarse en la parte trasera, lejos de miradas indiscretas.
—Peligroso por los acantilados, ¿no? —se imaginó. Más para ella que para él, pero aún siendo un ninja, mejor no descuidarse. Le cogió por la mano por si era ella quien se caía por algún barranco—. Vamos, pues.
Y arrancó a correr en aquella dirección, mientras pensaba en un plan para encontrarse con su clon y Kitana, quienes esperaba estuviesen ya cerca. Aunque, ¿le convenía esperar a la llegada de Kitana? ¿No sería mejor emprender su camino, y dejar a Urami a la mitad de este, cuando él ya tuviese la certeza de saber llegar hasta el templo? Así, su clon conduciría a Kitana hasta Urami, y ellas aguardarían en algún punto seguro hasta que él volviese…
… con o sin la madre de ellas. La pregunta era: ¿cómo? ¿Cómo llevaría su clon a Kitana hasta el punto exacto dónde se encontraba Urami? Tan solo había una respuesta para eso, y se llamaba Sello de Rastreo.
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«Ah, ojalá fuese un sueño, Kitana. Ojalá lo fuese»
Realizó los sellos necesarios y apoyó la palma de la mano en Kitana. De pronto, esta se convirtió en una perra callejera, de aspecto mugroso, flacucho y tamaño medio. Sin collar. Luego, repitió los mismos sellos, y fue él quien terminó por convertirse en un perro tuerto, muy parecido a Stuffy, pero más grande y más… sucio. Sí, más sucio, por muy imposible que esto pudiese parecer.
Le hizo un gesto con la cabeza a Kitana para que le siguiese, y tras dar un par de vueltas dentro de la cloaca para que ella —y él también— se acostumbrase a eso de caminar a cuatro patas, salió al exterior, apenas mirando de refilón a los guardias, y olisqueando el terreno de vez en cuando. Su objetivo: llegar hasta el galpón de en frente, rodearlo y situarse en la parte trasera, lejos de miradas indiscretas.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado