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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
¿Cómo no se dio cuenta? ¡ella! que era tan atenta, tan buena leyendo a la gente. Pero no, con él no. Se la había creído completa, de que se trataba de un mugroso muchacho rescatado por Soroku. Ah, y el bueno de Soroku... siempre ocupándose de su familia cuando nadie se lo había pedido.

Le tenía en gran estima, y ni siquiera sabía que estaban emparentados.

Ambos continuaron el rumbo por los otros dos puentes. Si tenían la suficiente cautela y no apuraban el paso más de lo debido no tendrían problema alguno en dar con la última cuesta de otra colina. Quizás no se dio cuenta, pero ya había pasado más de una jodida hora y, en efecto, el ataque ya había sido consumado.

Urami se llevó las manos a la boca, ahogando sus lamentos. El Templo del Hierro estaba tomado en su totalidad.

—Mira, la forja.

La gran forja del Toro les quedaba abajo de ellos, tras una caída empinada de al menos veinte metros. Claro que había una escalera caracol que daba hasta ella y que podrían tomar si no estuviera custodiada por cuatro tipos con sendas cimatarras en las manos.

También pudieron ver al Templo en todo su esplendor desde ahí arriba. A los distintos puntos de interés y a la cantidad de canujos que lo custodiaba desde todos los flancos. Había matones en la Estatua de Lord Yunkai, en la plaza, en los distintos accesos al comedor, cocina y habitaciones. Y claro, la entrada que daba acceso al ala donde vivía Nahana también tenía su guarura personal.

Kitana y el otro clon, mientras tanto, continuaban su rumbo. Llegarían en media hora, tal vez.
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Mensajes en este tema
RE: (B) La penumbra de Lady Tākoizu - por Umikiba Kaido - 11/02/2019, 02:06


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