16/02/2019, 01:48
(Última modificación: 16/02/2019, 03:23 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
¿Arreglarse? Se miró, y pronto recordó por qué antes se había querido cambiar. ¡Estaba hecho un desastre! No, no, no, no. Aquello no podía ser.
—¡T-tiene usted razón, Hanabi-sama! ¡La primera impresión es la más importante! —exclamó con voz aguda. Se levantó de golpe—. Deme solo medio minutillo. ¡Estaré en menos de lo que un kusareño grita: me rrr…! —… rindo. Claro que el final de su frase se le murió en la boca, así como su sonrisa. Se enrojeció como un tomate—. E-esto... Quería decir que… E-esto… ¡V-vuelvo en seguida, Uzukage-sama!
¿Se ha mencionado que Datsue se sentía pletórico? Bien, pues se sentía tan bien, que se creía capaz de agilizar un poco las cosas. ¿Trenzas laterales? Para eso le vendría bien un clon. Que leches, le vendría bien dos, uno para cada lado. ¿Ropa? Desde luego, no podía ir en chándal. Otro clon para seleccionarla. ¿E iba a hacerle el feo a Hanabi de dejarle solo? No, no. Eso era inconcebible.
Al final, creó la nada desdeñable cifra de cuatro clones. Dos de ellos corrieron junto a él hasta el cuarto de baño. Otro se fue a la habitación. El último se quedó con Hanabi. Pronto se escucharon gritos desde el baño:
—¡No, hombre, no! ¿Cómo vas a echarle el perfume de todos los días? Usa el de las ocasiones especiales, ¡no me seas rácano!
—Perdón, perdón. Como ella siempre decía que le gustaba lo mismo este…
—Pues para no hacernos el feo. ¿Cómo va a olerle lo mismo uno de quince ryōs a uno de cien?
—Joder, ¿¡estás tonto!? ¡Échamelo a mí, payaso! ¿No ves que tú eres un clon? —Ahí iban un buen puñado de gotas desperdiciadas.
Mientras tanto, desde el otro lado de la vivienda, procedente de la habitación…
—Eh, ¡Datsue! ¿Y si vas en yukata?
—¡Hostia! —exclamó el clon que estaba con Hanabi, bien alto para que le oyese desde la cocina—. ¡Pues ese estaba bien guapo, ¿eh?! —Sabía a cuál se refería, pues tan solo tenía uno—. Pero hace mil que no lo pongo, tío. ¿Me seguirá sirviendo? ¿Y no será demasiado formal? —preguntó, con miedo.
—Qué va, qué va. ¡Este está de puta madre, tío! ¡De puta madre!
El clon que estaba junto a Hanabi se alarmó por el vocabulario soez que estaba usando su otro yo. Carraspeó, buscando algún tema de conversación con el que entretenerle hasta que su original estuviese listo.
—Bueno, ¿y qué tal todo, Hanabi-sama? —Por los Dioses, ¿se podía ser más genérico e insulso? En aquel preciso momento, su original corría desde el cuarto de baño hasta la habitación, atravesando media casa al estar en lados opuestos. Sintió una súbita subida de chakra, en una clara señal de que dos Kages Bunshin habían desaparecido—. He oído que últimamente está entrenando con Eri —ella misma se lo había contado—. Si en algún momento ella no puede por lo que sea, o quiere cambiar por un día de pareja de baile, sabe que aquí me tiene. Para un combate amistoso o lo que sea.
Y ahí volvía Datsue, el original. Se había hecho un moño en la parte posterior de la cabeza, así como dos trenzas mohicanas a cada lado de la sien. También se había colocado el pendiente en la oreja derecha. Y se había perfumado. Y se había vestido con una yukata de color azul pálido, un haori abierto y fino de un verde oscuro y un obi muy sencillo del mismo color.
Chasqueó los dedos, y el resto de clones desapareció.
—¡Listo!
Datsuse, que se había vuelto loco siguiendo a tanto clon, se quedó a su lado meneando la cola y con ojitos felices. Porque, aquella era la hora de su paseo… ¿verdad? ¿Por qué iba a estar tan contento Datsue sino? Sí, tenía que ser eso. Seguro...
—¡T-tiene usted razón, Hanabi-sama! ¡La primera impresión es la más importante! —exclamó con voz aguda. Se levantó de golpe—. Deme solo medio minutillo. ¡Estaré en menos de lo que un kusareño grita: me rrr…! —… rindo. Claro que el final de su frase se le murió en la boca, así como su sonrisa. Se enrojeció como un tomate—. E-esto... Quería decir que… E-esto… ¡V-vuelvo en seguida, Uzukage-sama!
¿Se ha mencionado que Datsue se sentía pletórico? Bien, pues se sentía tan bien, que se creía capaz de agilizar un poco las cosas. ¿Trenzas laterales? Para eso le vendría bien un clon. Que leches, le vendría bien dos, uno para cada lado. ¿Ropa? Desde luego, no podía ir en chándal. Otro clon para seleccionarla. ¿E iba a hacerle el feo a Hanabi de dejarle solo? No, no. Eso era inconcebible.
Al final, creó la nada desdeñable cifra de cuatro clones. Dos de ellos corrieron junto a él hasta el cuarto de baño. Otro se fue a la habitación. El último se quedó con Hanabi. Pronto se escucharon gritos desde el baño:
—¡No, hombre, no! ¿Cómo vas a echarle el perfume de todos los días? Usa el de las ocasiones especiales, ¡no me seas rácano!
—Perdón, perdón. Como ella siempre decía que le gustaba lo mismo este…
—Pues para no hacernos el feo. ¿Cómo va a olerle lo mismo uno de quince ryōs a uno de cien?
—Joder, ¿¡estás tonto!? ¡Échamelo a mí, payaso! ¿No ves que tú eres un clon? —Ahí iban un buen puñado de gotas desperdiciadas.
Mientras tanto, desde el otro lado de la vivienda, procedente de la habitación…
—Eh, ¡Datsue! ¿Y si vas en yukata?
—¡Hostia! —exclamó el clon que estaba con Hanabi, bien alto para que le oyese desde la cocina—. ¡Pues ese estaba bien guapo, ¿eh?! —Sabía a cuál se refería, pues tan solo tenía uno—. Pero hace mil que no lo pongo, tío. ¿Me seguirá sirviendo? ¿Y no será demasiado formal? —preguntó, con miedo.
—Qué va, qué va. ¡Este está de puta madre, tío! ¡De puta madre!
El clon que estaba junto a Hanabi se alarmó por el vocabulario soez que estaba usando su otro yo. Carraspeó, buscando algún tema de conversación con el que entretenerle hasta que su original estuviese listo.
—Bueno, ¿y qué tal todo, Hanabi-sama? —Por los Dioses, ¿se podía ser más genérico e insulso? En aquel preciso momento, su original corría desde el cuarto de baño hasta la habitación, atravesando media casa al estar en lados opuestos. Sintió una súbita subida de chakra, en una clara señal de que dos Kages Bunshin habían desaparecido—. He oído que últimamente está entrenando con Eri —ella misma se lo había contado—. Si en algún momento ella no puede por lo que sea, o quiere cambiar por un día de pareja de baile, sabe que aquí me tiene. Para un combate amistoso o lo que sea.
Y ahí volvía Datsue, el original. Se había hecho un moño en la parte posterior de la cabeza, así como dos trenzas mohicanas a cada lado de la sien. También se había colocado el pendiente en la oreja derecha. Y se había perfumado. Y se había vestido con una yukata de color azul pálido, un haori abierto y fino de un verde oscuro y un obi muy sencillo del mismo color.
Chasqueó los dedos, y el resto de clones desapareció.
—¡Listo!
Datsuse, que se había vuelto loco siguiendo a tanto clon, se quedó a su lado meneando la cola y con ojitos felices. Porque, aquella era la hora de su paseo… ¿verdad? ¿Por qué iba a estar tan contento Datsue sino? Sí, tenía que ser eso. Seguro...
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado