25/02/2019, 18:12
Ranko se asustó un poco cuando Kazuma tomó a su rehén porcino, pero suspiró de alivio cuando lo soltó al subir a los árboles, tras ella. Aunque no pensaba que el chico fuese a hacerle daño al jabato, pues ya había demostrado ser alguien bastante calmado.
El jabalí guarrió y gruñó cuando el peliblanco tomó a su cría, visiblemente más molesto que antes, pero detuvo sus embestidas. Sin embargo, en cuanto el jabato estuvo libre, se lanzó en persecución de ambos. Aunque no podía alcanzarlos en los árboles, intentaba darle de cabezazos a las plantas para que los ninjas cayeran, sin mucho éxito. Después de unos minutos, el jabalí se detuvo, gruñó un par de veces más y regresó a atender a su cría.
Ranko suspiró audiblemente.
—M-me alegra que no nos haya seguido más…
Por una parte, habían conseguido dos de las cinco hierbas, y en sus porciones completas. Harían falta sólo la manerikko y la niratsubu, las cuales crecían juntas, según las notas de Kazuma. Y esperaba que Etsu hubiese conseguido ya las taidonka. Fue entonces hacia el este, saltando de árbol en árbol tal como habían hecho a seguir al jabato, aunque pronto se daría cuenta de que ésto tal vez ya no fuese necesario. Por ello, después de algunos metros más bajó al nivel del suelo, andando con prisa entre las hierbas.
—C-creo que ya es seguro… ahm… ir por tierra. Ehm… ¿Ha-hacia dónde quedan los acan… ehm… acantilados de la c-costa, Ka… Kazuma-san?
Seguiría, entonces, si el peliblanco le daba alguna dirección. Si no, seguiría andando hacia lo que creía era el este.
—¿C-cree que a Inuzuka-san le esté yendo bien?
Los Inuzuka habían recurrido al ninjutsu para detener a sus perseguidores. Un par de figuras idénticas a Etsu y a Akane aparecieron en una nubecita de humo, preparados para encarar a los monos. Los primates detuvieron su avance un poco, pues no entendían de dónde habían venido los dos nuevos Inuzuka. Cuando habían juntado el valor para lanzarse sobre ellos, los clones se colocaron en posición agresiva, lo cual hizo que la manada chillara de miedo una vez más y retrocediera algunos árboles. Entre sus ramas, gritarían y se balancearían, tal vez intentando intimidar a los falsos ninjas. Comenzarían también a lanzarles frutas y pedazos de hongos, como lo habían hecho previamente.
Mientras tanto, los dos chicos origniales se adelantarían hasta la flor, llegando antes que los monos recién llegados, asustándolos no solo con un potente rugido, sino con el amague de un ataque por parte de Akane.
Una vez tomada la última taidonka, escucharían un chillido levemente diferente varios metros detrás. Los clones habían desaparecido al ser impactados por las frutas, y los monos gritaban en confusión, pues el truco les había hecho olvidar a los dos Inuzuka originales.
Aunque Etsu no lo sabía, el equipo encargado de la misión estaba a menos de la mitad de terminar su encomienda.
El jabalí guarrió y gruñó cuando el peliblanco tomó a su cría, visiblemente más molesto que antes, pero detuvo sus embestidas. Sin embargo, en cuanto el jabato estuvo libre, se lanzó en persecución de ambos. Aunque no podía alcanzarlos en los árboles, intentaba darle de cabezazos a las plantas para que los ninjas cayeran, sin mucho éxito. Después de unos minutos, el jabalí se detuvo, gruñó un par de veces más y regresó a atender a su cría.
Ranko suspiró audiblemente.
—M-me alegra que no nos haya seguido más…
Por una parte, habían conseguido dos de las cinco hierbas, y en sus porciones completas. Harían falta sólo la manerikko y la niratsubu, las cuales crecían juntas, según las notas de Kazuma. Y esperaba que Etsu hubiese conseguido ya las taidonka. Fue entonces hacia el este, saltando de árbol en árbol tal como habían hecho a seguir al jabato, aunque pronto se daría cuenta de que ésto tal vez ya no fuese necesario. Por ello, después de algunos metros más bajó al nivel del suelo, andando con prisa entre las hierbas.
—C-creo que ya es seguro… ahm… ir por tierra. Ehm… ¿Ha-hacia dónde quedan los acan… ehm… acantilados de la c-costa, Ka… Kazuma-san?
Seguiría, entonces, si el peliblanco le daba alguna dirección. Si no, seguiría andando hacia lo que creía era el este.
—¿C-cree que a Inuzuka-san le esté yendo bien?
Los Inuzuka habían recurrido al ninjutsu para detener a sus perseguidores. Un par de figuras idénticas a Etsu y a Akane aparecieron en una nubecita de humo, preparados para encarar a los monos. Los primates detuvieron su avance un poco, pues no entendían de dónde habían venido los dos nuevos Inuzuka. Cuando habían juntado el valor para lanzarse sobre ellos, los clones se colocaron en posición agresiva, lo cual hizo que la manada chillara de miedo una vez más y retrocediera algunos árboles. Entre sus ramas, gritarían y se balancearían, tal vez intentando intimidar a los falsos ninjas. Comenzarían también a lanzarles frutas y pedazos de hongos, como lo habían hecho previamente.
Mientras tanto, los dos chicos origniales se adelantarían hasta la flor, llegando antes que los monos recién llegados, asustándolos no solo con un potente rugido, sino con el amague de un ataque por parte de Akane.
Una vez tomada la última taidonka, escucharían un chillido levemente diferente varios metros detrás. Los clones habían desaparecido al ser impactados por las frutas, y los monos gritaban en confusión, pues el truco les había hecho olvidar a los dos Inuzuka originales.
Aunque Etsu no lo sabía, el equipo encargado de la misión estaba a menos de la mitad de terminar su encomienda.
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