20/03/2019, 02:02
El hombre —o ninguno de ellos, si vamos al caso— respondió. Claro que era ahí. O a dos centímetros a la izquierda. A donde le saliera del jodido culo poner a la puta cría de los huevos, pero que la dejara de una buena vez y se pirara más rápido de lo que canta un gallo. Pero el tipo no entendía. ¿Quería acaso convertirse en un mártir? ¿no tenía una familia que alimentar allá en en su tierra de ganaderos? por eso había aceptado el trabajo, después de todo.
Había otro hombre, tras el subterfugio, que también había contraído un trabajo para ganar algo. Pero ahora mismo, en su precaria situación, Datsue estaba más cerca de perderlo que de lo contrario.
Un endeble pasillo. Un puñado de guardias. Cuatro metros que fácilmente podría comerse en tres zancadas, y una puerta que no parecía cerrada bajo llave.
Quién sabe, querido lector, si realmente era el momento de jugársela, tal y como se cuestionó Uchiha Datsue en sus más recónditos pensamientos, mientras el corazón parecía quererse escapar por su boca. Esa era una elección que tenía que tomar él y nadie más.
Había otro hombre, tras el subterfugio, que también había contraído un trabajo para ganar algo. Pero ahora mismo, en su precaria situación, Datsue estaba más cerca de perderlo que de lo contrario.
Un endeble pasillo. Un puñado de guardias. Cuatro metros que fácilmente podría comerse en tres zancadas, y una puerta que no parecía cerrada bajo llave.
Quién sabe, querido lector, si realmente era el momento de jugársela, tal y como se cuestionó Uchiha Datsue en sus más recónditos pensamientos, mientras el corazón parecía quererse escapar por su boca. Esa era una elección que tenía que tomar él y nadie más.