29/03/2019, 02:19
Sépase una cosa de Uchiha Datsue: es un mentiroso compulsivo, pero siempre cumple sus tratos.
Sí, quizá ya quedaba muy poca gente en Oonindo que creyese una sola palabra de lo que saliese por su boca. Quizá, todavía menos personas que se fiasen de él. Con razón, además. Con motivos de peso. Pero, ¿en el mundo de los negocios? En el mundo de los negocios Datsue siempre cumplía con los términos del contrato. Porque sabía que, un comerciante sin palabra, era un comerciante pobre.
Y no había cosa que odiase más en aquel mundo que la pobreza. Al menos la suya.
Era por eso que había cumplido a rajatabla con su parte del trato. Cuando mató al primer hombre de aquella noche, le había prometido a Izanami que sería el primero de muchos. ¿La condición para semejante ofrenda? Que a cambio, ella, le guiase en cada paso.
Quizá por eso, Datsue seguía respirando. O quizá, simplemente, fue porque consideró a Datsue como una herramienta aceptable para sus propósitos.
El Uchiha nunca lo sabría. Lo único de lo que podía estar seguro, era que estaba vivo. Y por eso, sonrió. Porque seguía con vida. Una sonrisa que pronto se vio interrumpida por la tos, en un acto involuntario por tratar de expulsar tanto polvo y humo de sus vías respiratorias. Y por cada vez que tosía, su garganta le arrancaba un quejido. Esa costilla estaban rotas, de eso ya no tenía dudas.
Lo peor, sin embargo, no era eso. No era el fuego, el humo, la sangre o los huesos rotos. Lo peor era su pierna, comprimida bajo un gran pedazo de cemento. Le dolía a rabiar.
—Nahana… —Trató de llamar a Nahana, pero apenas le salió un hilillo de voz—. Nahana… ¡Nahana!
¿Habría sobrevivido ella también a la caída? ¿Estaría en condiciones de ayudar? ¿O necesitaría ella también ayuda?
Sí, quizá ya quedaba muy poca gente en Oonindo que creyese una sola palabra de lo que saliese por su boca. Quizá, todavía menos personas que se fiasen de él. Con razón, además. Con motivos de peso. Pero, ¿en el mundo de los negocios? En el mundo de los negocios Datsue siempre cumplía con los términos del contrato. Porque sabía que, un comerciante sin palabra, era un comerciante pobre.
Y no había cosa que odiase más en aquel mundo que la pobreza. Al menos la suya.
Era por eso que había cumplido a rajatabla con su parte del trato. Cuando mató al primer hombre de aquella noche, le había prometido a Izanami que sería el primero de muchos. ¿La condición para semejante ofrenda? Que a cambio, ella, le guiase en cada paso.
Quizá por eso, Datsue seguía respirando. O quizá, simplemente, fue porque consideró a Datsue como una herramienta aceptable para sus propósitos.
El Uchiha nunca lo sabría. Lo único de lo que podía estar seguro, era que estaba vivo. Y por eso, sonrió. Porque seguía con vida. Una sonrisa que pronto se vio interrumpida por la tos, en un acto involuntario por tratar de expulsar tanto polvo y humo de sus vías respiratorias. Y por cada vez que tosía, su garganta le arrancaba un quejido. Esa costilla estaban rotas, de eso ya no tenía dudas.
Lo peor, sin embargo, no era eso. No era el fuego, el humo, la sangre o los huesos rotos. Lo peor era su pierna, comprimida bajo un gran pedazo de cemento. Le dolía a rabiar.
—Nahana… —Trató de llamar a Nahana, pero apenas le salió un hilillo de voz—. Nahana… ¡Nahana!
¿Habría sobrevivido ella también a la caída? ¿Estaría en condiciones de ayudar? ¿O necesitaría ella también ayuda?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado