29/03/2019, 02:45
El sonido de la cal quemándose a sí misma era incluso más fuerte que la voz de Datsue, que se ahogó a sí misma entre tantos otros acústicos que se adueñaban del Templo derruido. La visión de poco se le fue esclareciendo, y si quería ver más allá de sus narices, contemplaría sólo destrucción y ruinas. Piedras poco uniformes, grandes pedazos de cemento y varillas de hierro fundiéndose por las llamas.
Ni rastros de Nahana. Iba a tener que acabar aquella aventura como lo había estado haciendo desde un principio: solo.
Ni rastros de Nahana. Iba a tener que acabar aquella aventura como lo había estado haciendo desde un principio: solo.