29/03/2019, 02:56
Nada. Ni rastro de Nahana. Ni por vista, ni por oído. ¿Estarían inconsciente? ¿Bajo los escombros, quizá? O habría…
Negó con la cabeza. No, se negaba, ¡se negaba! A la mierda la misión, le importaba una mierda en aquel momento la pasta o manchar su expediente impoluto —al menos, en cuanto a misiones se refiere—. Pero se había encariñado de Nahana, joder. Y no quería fallarle a Soroku, ni a Urami.
Datsue consideró, pues, que tenía dos opciones.
La primera, era pedir ayuda. Oh, no, Datsue no tenía porqué acabar aquella misión solo. Además, sabía exactamente a quién pedírsela. A la única persona que nunca le había fallado. A la que siempre había estado ahí. Cubriéndole las espaldas. Sacándole las castañas del fuego. No hacía falta ni nombrarlo, pues no existía duda posible sobre quién se trataba. El problema era que dicha persona no podía acudir a él de forma inmediata. Sí a la Torre de Meditación, en cambio. ¿Se vería el incendio desde allí, en lo alto de esta?
La segunda, era intentar continuar con aquella misión en solitario. Demostrarse a sí mismo que, aún sin Akame, era capaz de sacarse la mierda de encima él solito. Un camino duro, aquel. Con muchos riesgos.
Quizá, simplemente, optase por una combinación de ambas. Por mucho que su Hermano pudiese acudir allí en relativamente poco tiempo —con algo de suerte, guiándose por el fuego del castillo—, pasarían muchos minutos hasta que pudiese echarle una mano. Y él necesitaba sacar la pierna de allí. Ya.
Pero eso era complicado cuando te dolían tanto las costillas que no podías ni alzar un brazo. Dolor. Curioso, ¿verdad? Lo que puede paralizarte. Lo que puedo limitarle. Pero si algo era Uchiha Datsue, eso era un chico con recursos.
Alzó las manos sobre el torso con dificultad, y ejecutó una pequeña secuencia de sellos con lentitud. Finalmente, tocó con la palma de la mano su cuello, y el kanji del dolor apareció sobre su piel.
—Oh, cariño… ¡Oh, cariño! —Se había ido. Por un tiempo limitado, sí. Exactamente el mismo en que había tardado ese sello explosivo en mandar todo a la mierda. Por eso, tenía que aprovechar el tiempo.
Lo primero, sería moverse con sumo cuidado. Que no sintiese dolor no significaba que los daños no siguiesen ahí, y si no tenía cabeza, podía agravar seriamente sus heridas. Con lentitud, elevó su tronco, y empezó a arañar con las manos el suelo que había bajo su pierna derecha.
La idea era simple: crear algo más de espacio para poder tirar de la pierna hacia atrás sin desgarrarse más en el proceso.
Negó con la cabeza. No, se negaba, ¡se negaba! A la mierda la misión, le importaba una mierda en aquel momento la pasta o manchar su expediente impoluto —al menos, en cuanto a misiones se refiere—. Pero se había encariñado de Nahana, joder. Y no quería fallarle a Soroku, ni a Urami.
Datsue consideró, pues, que tenía dos opciones.
La primera, era pedir ayuda. Oh, no, Datsue no tenía porqué acabar aquella misión solo. Además, sabía exactamente a quién pedírsela. A la única persona que nunca le había fallado. A la que siempre había estado ahí. Cubriéndole las espaldas. Sacándole las castañas del fuego. No hacía falta ni nombrarlo, pues no existía duda posible sobre quién se trataba. El problema era que dicha persona no podía acudir a él de forma inmediata. Sí a la Torre de Meditación, en cambio. ¿Se vería el incendio desde allí, en lo alto de esta?
La segunda, era intentar continuar con aquella misión en solitario. Demostrarse a sí mismo que, aún sin Akame, era capaz de sacarse la mierda de encima él solito. Un camino duro, aquel. Con muchos riesgos.
Quizá, simplemente, optase por una combinación de ambas. Por mucho que su Hermano pudiese acudir allí en relativamente poco tiempo —con algo de suerte, guiándose por el fuego del castillo—, pasarían muchos minutos hasta que pudiese echarle una mano. Y él necesitaba sacar la pierna de allí. Ya.
Pero eso era complicado cuando te dolían tanto las costillas que no podías ni alzar un brazo. Dolor. Curioso, ¿verdad? Lo que puede paralizarte. Lo que puedo limitarle. Pero si algo era Uchiha Datsue, eso era un chico con recursos.
Alzó las manos sobre el torso con dificultad, y ejecutó una pequeña secuencia de sellos con lentitud. Finalmente, tocó con la palma de la mano su cuello, y el kanji del dolor apareció sobre su piel.
—Oh, cariño… ¡Oh, cariño! —Se había ido. Por un tiempo limitado, sí. Exactamente el mismo en que había tardado ese sello explosivo en mandar todo a la mierda. Por eso, tenía que aprovechar el tiempo.
Lo primero, sería moverse con sumo cuidado. Que no sintiese dolor no significaba que los daños no siguiesen ahí, y si no tenía cabeza, podía agravar seriamente sus heridas. Con lentitud, elevó su tronco, y empezó a arañar con las manos el suelo que había bajo su pierna derecha.
La idea era simple: crear algo más de espacio para poder tirar de la pierna hacia atrás sin desgarrarse más en el proceso.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado