29/03/2019, 03:42
—Oh, no… —Datsue apartó la vista—. ¡Oh, no!
Poco a poco, entrecerrando los ojos, como si la visión le cegase, volvió a redirigir la mirada hacia su pierna. Le dolía. Le dolía solo con verlo —sí, aún cuando se había colocado el Sello del Dolor, lo hacía—. No era para menos: se había partido la jodida tibia.
Empezó a respirar entrecortadamente, mientras el pánico le paralizaba la mente. ¿Qué haría ahora? ¿Cómo iba a escapar del país en aquellas condiciones? ¿Y si todavía quedaban matones vivos? ¿Y si mandaban refuerzos una vez se hiciese de día al ver que no habían conseguido su objetivo?
No podía luchar. No podía casi ni moverse.
¿Qué hacer cuando estás en apuros y todo parece perdido? Pues llamas a tu jodido compadre. Que para eso están.
Con casi sus últimas reservas de chakra, activó el sello de la Hermandad Intrépida. El único que tenía por aquel entonces.
—Hermano, ¿estás? —preguntó, alarmado. Luego, se tranquilizó. Claro que estaba. Era imposible que no estuviese—. Estoy jodido, Hermano. Estaba de misión cuando me caí de un tercer piso por culpa de una jodida explosión de mil demonios. Tengo varias costillas rotas, la tibia fracturada y apenas me queda chakra. Quizá hasta queden más enemigos vivos por la zona. Joder, como no vengas igual no la cuento, ¿eh?
»Estoy… Estoy en el País de la Tierra. ¿Te acuerdas de la Torre de Meditación? Pasamos por ella para trazar la línea a Ame. Desde allí arriba deberías ver el incendio o al menos parte de las llamas que hay aquí. O sino pídeme indicaciones. Pero vente, por Susano'o, vente, que estoy en la más pura mierda.
Avisado a los refuerzos, Datsue no podía quedarse parado. Empujó el cuerpo hacia atrás con las manos, sacando la pierna de aquella trampa mortal. Luego, trató de buscar algún trozo de madera o palo que pudiese usar como muleta temporal.
Poco a poco, entrecerrando los ojos, como si la visión le cegase, volvió a redirigir la mirada hacia su pierna. Le dolía. Le dolía solo con verlo —sí, aún cuando se había colocado el Sello del Dolor, lo hacía—. No era para menos: se había partido la jodida tibia.
Empezó a respirar entrecortadamente, mientras el pánico le paralizaba la mente. ¿Qué haría ahora? ¿Cómo iba a escapar del país en aquellas condiciones? ¿Y si todavía quedaban matones vivos? ¿Y si mandaban refuerzos una vez se hiciese de día al ver que no habían conseguido su objetivo?
No podía luchar. No podía casi ni moverse.
¿Qué hacer cuando estás en apuros y todo parece perdido? Pues llamas a tu jodido compadre. Que para eso están.
Con casi sus últimas reservas de chakra, activó el sello de la Hermandad Intrépida. El único que tenía por aquel entonces.
—Hermano, ¿estás? —preguntó, alarmado. Luego, se tranquilizó. Claro que estaba. Era imposible que no estuviese—. Estoy jodido, Hermano. Estaba de misión cuando me caí de un tercer piso por culpa de una jodida explosión de mil demonios. Tengo varias costillas rotas, la tibia fracturada y apenas me queda chakra. Quizá hasta queden más enemigos vivos por la zona. Joder, como no vengas igual no la cuento, ¿eh?
»Estoy… Estoy en el País de la Tierra. ¿Te acuerdas de la Torre de Meditación? Pasamos por ella para trazar la línea a Ame. Desde allí arriba deberías ver el incendio o al menos parte de las llamas que hay aquí. O sino pídeme indicaciones. Pero vente, por Susano'o, vente, que estoy en la más pura mierda.
Avisado a los refuerzos, Datsue no podía quedarse parado. Empujó el cuerpo hacia atrás con las manos, sacando la pierna de aquella trampa mortal. Luego, trató de buscar algún trozo de madera o palo que pudiese usar como muleta temporal.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado