9/04/2019, 04:01
—C-Creo que es lo mejor. Ambos… ehm… Nos fijaremos y busca… buscaremos ambas, pero solo recogeremos u-un tipo de hierba…
Con aquello dicho, Kazuma se dedicó a buscar ambas hierbas, pero recogiendo solo las flores. Solo tuvo que bajar un poco para encontrar un trio de tímidas niratsubu, pues solo una forma de vida recelosa se aislaría para crecer en tan solitario lugar; aunque tenía que admitir, pese al agregado de dificultad en su trabajo, que la vista era hermosa y la brisa refrescante.
Se acercó con cuidado, asegurando sus puntos de apoyo antes de proceder a cercenas las flores del arbusto que las resguardaba. En aquel instante, y de forma más o menos perceptible, comenzó a tararear, como disfrutando de la tarea. Se enfocó en el cuidado que debía de tener al cortar los tallos, para no pasmar la planta; una extracción descuidada podría dañar el arbusto de tal forma que no volviese a dar brotes.
—¡Ranko, Kazuma! ¡ya estamos de vuelta! ¡pero tenéis que daros prisa, hay animales gruñendo cerca, y parecen venir directos hacia aquí!
El llamado saco de su concentración al peliblanco, quien cruzo miradas con su compañera.
—¡Contamos contigo, Etsu-san! —le ánimo, dejándole entender que también esperaba que les consiguiese el suficiente tiempo para terminar.
El joven peliblanco decidió confiar en el que parecía ser el más experimentado de sus compañeros; pues de igual manera su mente era un poco estrecha como para manejar dos problemas a la vez, y en aquel instante necesitaba centrarse en lo que estaba a su alcance, en las hierbas de la misión.
Con aquello dicho, Kazuma se dedicó a buscar ambas hierbas, pero recogiendo solo las flores. Solo tuvo que bajar un poco para encontrar un trio de tímidas niratsubu, pues solo una forma de vida recelosa se aislaría para crecer en tan solitario lugar; aunque tenía que admitir, pese al agregado de dificultad en su trabajo, que la vista era hermosa y la brisa refrescante.
Se acercó con cuidado, asegurando sus puntos de apoyo antes de proceder a cercenas las flores del arbusto que las resguardaba. En aquel instante, y de forma más o menos perceptible, comenzó a tararear, como disfrutando de la tarea. Se enfocó en el cuidado que debía de tener al cortar los tallos, para no pasmar la planta; una extracción descuidada podría dañar el arbusto de tal forma que no volviese a dar brotes.
—¡Ranko, Kazuma! ¡ya estamos de vuelta! ¡pero tenéis que daros prisa, hay animales gruñendo cerca, y parecen venir directos hacia aquí!
El llamado saco de su concentración al peliblanco, quien cruzo miradas con su compañera.
—¡Contamos contigo, Etsu-san! —le ánimo, dejándole entender que también esperaba que les consiguiese el suficiente tiempo para terminar.
El joven peliblanco decidió confiar en el que parecía ser el más experimentado de sus compañeros; pues de igual manera su mente era un poco estrecha como para manejar dos problemas a la vez, y en aquel instante necesitaba centrarse en lo que estaba a su alcance, en las hierbas de la misión.