9/04/2019, 18:57
(Última modificación: 9/04/2019, 19:02 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
La voz de Datsue no tardó en resonar en sus oídos, transmitiéndole el más puro alivio. Akame seguía corriendo hacia la montaña sobre la que se podían intuir las llamas, alzándose contra el cielo nocturno e iluminando los alrededores. «Venga joder, ya casi estoy...» Mientras Datsue hablaba, el otro Uchiha saltaba de rama en rama, tratando de llegar lo antes posible. Si su Hermano no había exagerado —como solía hacer—, se encontraba en una situación realmente delicada; y Datsue podía ser muchas cosas, pero Akame nunca le había escuchado hablar de forma tan desesperada. «Suena a que realmente está en un aprieto.»
—Cuatro minutos —confirmó el jōnin cuando su Hermano dejó de hablar—. ¿Y quién es esa Lady Takoizu? ¿Cómo la reconoceré? —quiso saber, pragmático—. Aguanta, joder, que ya estoy llegando.
«¡Alehop!», el shinobi saltó de la rama en la que había aterrizado al suelo, amortiguando la caída con una flexión de piernas. Luego, como un corredor de cien metros lisos al escuchar la bocina de salida, echó a correr de nuevo hacia la falda de la montaña.
—Cuatro minutos —confirmó el jōnin cuando su Hermano dejó de hablar—. ¿Y quién es esa Lady Takoizu? ¿Cómo la reconoceré? —quiso saber, pragmático—. Aguanta, joder, que ya estoy llegando.
«¡Alehop!», el shinobi saltó de la rama en la que había aterrizado al suelo, amortiguando la caída con una flexión de piernas. Luego, como un corredor de cien metros lisos al escuchar la bocina de salida, echó a correr de nuevo hacia la falda de la montaña.