9/04/2019, 23:01
«Cuarenta años, alta, con cicatrices, pelo negro», se repitió mentalmente Akame después de que su compadre le diera la descripción de aquella tal Lady Takoizu. Sin embargo, lo siguiente no lo entendió en absoluto; «¿Kurawa Ivvatsumi? ¿Y yo qué demonios sé?» No dijo nada. Había llegado a la falda de la montaña, el trayecto difícil empezaba en ese momento. Concentrando chakra en sus piernas, Akame saltó a la pared rocosa más cercana y luego se adherió a ella gracias a una fina película de energía que recubría las plantas de sus botas ninja.
—No, no sé quién es —el jōnin sintió ganas de lanzarle cuarenta preguntas más a su Hermano, pero supo que en aquel momento lo único que conseguiría sería que ambos se desconcentraran de las tareas que tenían por delante, mucho más apremiantes—. Estoy subiendo por la ladera, Datsue-kun. Por encima de todo, no corras riesgos. Mejor volver con una misión fallida bajo el brazo que no volver.
Y así, el Uchiha emprendió la subida en busca de su compadre y de aquella misteriosa Lady Takoizu.
—No, no sé quién es —el jōnin sintió ganas de lanzarle cuarenta preguntas más a su Hermano, pero supo que en aquel momento lo único que conseguiría sería que ambos se desconcentraran de las tareas que tenían por delante, mucho más apremiantes—. Estoy subiendo por la ladera, Datsue-kun. Por encima de todo, no corras riesgos. Mejor volver con una misión fallida bajo el brazo que no volver.
Y así, el Uchiha emprendió la subida en busca de su compadre y de aquella misteriosa Lady Takoizu.