15/04/2019, 23:02
(Última modificación: 15/04/2019, 23:03 por Amedama Daruu.)
Daruu cayó suavemente y su caída se vio acolchada por el más sabroso de los quesos fundidos. Mmh. Remolón, se dio la vuelta y se abrazó a un redondito y mullidito trozo de peperoni. Los trozos de peperoni no son mulliditos, claro. Pero en aquél mundo tan feliz sí que lo eran.
—Ay... qué rica está mi cama... —susurró, y le dio un bocado al trozo de peperoni. Dios, qué buena estaba esa pizza. Qué cómoda era esa pizza.
Su lecho triangular se precipitaba en compañía de otros. En esos trozos no había nadie, pero Daruu podía saltar de uno al otro sólo con pensarlo. Cada uno era de un sabor, y los había de los más extraños que había visto en su vida.
«El paraíso...»
De pronto, algo azul y enorme subió frente a él. Lo detectó por el rabillo del ojo, pero al principio no le prestó atención.
«¿Eh...?»
«Que te calles...»
Daruu abrió los ojos.
Había un pez. Un atún enorme, con ojos negros. Le observaba de frente.
—¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAH!!
—¡¿Daruu?! ¡¿Datsue?! ¡Por favor, responded, es muy urgente!
Daruu despertó, cubierto de sudor frío. El sello. ¡El sello! ¡Ayame le estaba hablando por el sello!
—Dios, Ayame, por favor —advirtió en un susurro, dejándose caer en el colchón—. ¡No grites, vas a despertar a mi madre! —Suspiró—. ¿Qué pasa? Son las dos de la madrugada. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Dónde estás?
—Ay... qué rica está mi cama... —susurró, y le dio un bocado al trozo de peperoni. Dios, qué buena estaba esa pizza. Qué cómoda era esa pizza.
Su lecho triangular se precipitaba en compañía de otros. En esos trozos no había nadie, pero Daruu podía saltar de uno al otro sólo con pensarlo. Cada uno era de un sabor, y los había de los más extraños que había visto en su vida.
«El paraíso...»
De pronto, algo azul y enorme subió frente a él. Lo detectó por el rabillo del ojo, pero al principio no le prestó atención.
«¿Nueve llueve?»
«¿Eh...?»
«¿Llueve llueve?»
«Que te calles...»
«¿Mueve mueve?»
Daruu abrió los ojos.
Había un pez. Un atún enorme, con ojos negros. Le observaba de frente.
—¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAH!!
—¡¿Daruu?! ¡¿Datsue?! ¡Por favor, responded, es muy urgente!
Daruu despertó, cubierto de sudor frío. El sello. ¡El sello! ¡Ayame le estaba hablando por el sello!
—Dios, Ayame, por favor —advirtió en un susurro, dejándose caer en el colchón—. ¡No grites, vas a despertar a mi madre! —Suspiró—. ¿Qué pasa? Son las dos de la madrugada. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Dónde estás?
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)