17/04/2019, 13:21
«¡Aquí está, joder!»
El jōnin había logrado sacar a aquella mujer de debajo de los escombros a tiempo, y aunque parecía malherida, Akame creyó que viviría. Con cuidado se agachó junto a Lady Takoizu y se pasó el brazo de ella por los hombros, con objeto de ayudarla a incorporarse levemente y que pudiera salir de entre los escombros.
«Ahora tenemos que salir de aquí, y rápido. No sé qué habrá provocado esta explosión, pero parece claro que esto es territorio hostil. Quizá queden enemigos por la zona...»
Arrastrando a la mujer como podía, Akame trató de acercarse a su Hermano. Tenía la técnica perfecta para sacarlos de allí a ambos y llevarlos a un lugar seguro, pero necesitaba tocar a Datsue. El pecho le ardía y las piernas empezaban a fallarle —Lady Takoizu era más pesada de lo que parecía—, pero el jōnin simplemente apretó los dientes y siguió caminando. No podía fallarle a Datsue; no podía fallar a su compadre. Él nunca le fallaría. Así, cuando por fin se aproximó a Datsue, el Uchiha se limitó a alargar una mano y agarrar a su Hermano del brazo.
El ojo izquierdo de Akame manifestó su Mangekyō, y chispas de chakra carmesí saltaron de su cuerpo, rodeando a los tres...
—¡Un médico! ¡Un médico, rápido, esto es una maldita urgencia!
¿Se acostumbrarían alguna vez en el hospital de Uzushiogakure no Sato a las repentinas llegadas de aquel ninja? Era la segunda vez que Akame se aparecía allí, en medio de la recepción, cargando a alguien herido y solicitando asistencia sanitaria. Claro, ninguno de los presentes lo sabía en ese momento, pero esa sería la última vez que ocurriese... Esa es otra historia, que ahora no procede contar.
El jōnin había logrado sacar a aquella mujer de debajo de los escombros a tiempo, y aunque parecía malherida, Akame creyó que viviría. Con cuidado se agachó junto a Lady Takoizu y se pasó el brazo de ella por los hombros, con objeto de ayudarla a incorporarse levemente y que pudiera salir de entre los escombros.
«Ahora tenemos que salir de aquí, y rápido. No sé qué habrá provocado esta explosión, pero parece claro que esto es territorio hostil. Quizá queden enemigos por la zona...»
Arrastrando a la mujer como podía, Akame trató de acercarse a su Hermano. Tenía la técnica perfecta para sacarlos de allí a ambos y llevarlos a un lugar seguro, pero necesitaba tocar a Datsue. El pecho le ardía y las piernas empezaban a fallarle —Lady Takoizu era más pesada de lo que parecía—, pero el jōnin simplemente apretó los dientes y siguió caminando. No podía fallarle a Datsue; no podía fallar a su compadre. Él nunca le fallaría. Así, cuando por fin se aproximó a Datsue, el Uchiha se limitó a alargar una mano y agarrar a su Hermano del brazo.
El ojo izquierdo de Akame manifestó su Mangekyō, y chispas de chakra carmesí saltaron de su cuerpo, rodeando a los tres...
Zzzzup.
—¡Un médico! ¡Un médico, rápido, esto es una maldita urgencia!
¿Se acostumbrarían alguna vez en el hospital de Uzushiogakure no Sato a las repentinas llegadas de aquel ninja? Era la segunda vez que Akame se aparecía allí, en medio de la recepción, cargando a alguien herido y solicitando asistencia sanitaria. Claro, ninguno de los presentes lo sabía en ese momento, pero esa sería la última vez que ocurriese... Esa es otra historia, que ahora no procede contar.