19/04/2019, 07:35
Sin saber que había copiado la estrategia de su compañero, el chico de rastas tomó al pequeño jabato y empezó a correr como si no hubiese un mañana. Al principio el pequeño cerdo estaba calmado y manso, pero la situación no tardó en cambiar en cuanto lo tuvo en brazos. El condenado comenzó a chillar, tanto o mas de lo que sonaría un altavoz a pleno oído, e intentar de zafarse de la presa que el Inuzuka le mantenía. Por si no fuese poco, tras de él habían salido a la carrera cuatro jabalíes, que buscaban rescatar a la cría.
«¡Corre, corre, coooooorre por tus muertos Etsu!»
Etsu corría bien rápido, más de lo que muchas personas podían llegar a correr... pero eso no sería suficiente, tras de él no habían personas, si no jabalíes de un tamaño atroz. Los malditos corrían como si la vida les pendiese en ello, y guarreaban anunciando sus claras intenciones. Para el rastas, las intenciones de los animales no iban de buenas.
El sonido de la cacería del humano cada vez era mas cercano, tanto que realmente al chico apenas le quedaban un par de metros de ventaja en carrera. Para nada eso era suficiente, unos segundos mas corriendo así y los tendría encima. Echó un ojo atrás, y evidentemente ahí los tenía, a los cuatro.
«¡La madre que me trajo!»
Corrió a todo pulmón, y apenas dados un par de pasos mas en carrera, tomó impulso y saltó hacia detrás. El salto, potenciado con algo de chakra generó el suficiente impulso como para que el Inuzuka pasase sobre los cuatro jabalíes. Éstos ya estaban tan cerca del chico, que arremetieron contra el aire, buscando cargar sobre el rastas. Pero no lo lograron, por poco.
La carrera de nuevo se disponía, en ésta ocasión para el lado contrario.
Por suerte, había ganado el tiempo suficiente como para que el resto de chicos se librasen de un último jabalí y corriesen hacia los árboles. Etsu comenzó a dejar lentamente al jabato en el suelo, esperando que los mayores no se abalanzasen demasiado rápido sobre el.
Estaba preparado para afrontar otra acometida de la piara de jabalíes, y sin el jabato a cuestas, podía esquivar y moverse mucho mejor. Si tenía la suerte de que le seguían aún a él, podría salvar algo mas de tiempo para el equipo. Así podía quedar esquivando acometidas un buen rato, o eso pensaba. En la siguiente embestida de la piara, Etsu saltaría de nuevo, ésta vez totalmente en vertical, para caer sobre el lomo de alguno de ellos, y agarrarse a éste.
Sí, se podría decir que Etsu estaba como una cabra. Pero bueno, lo importante era ese tiempo que estaba ganando para sus compañeros.
«¡Corre, corre, coooooorre por tus muertos Etsu!»
Etsu corría bien rápido, más de lo que muchas personas podían llegar a correr... pero eso no sería suficiente, tras de él no habían personas, si no jabalíes de un tamaño atroz. Los malditos corrían como si la vida les pendiese en ello, y guarreaban anunciando sus claras intenciones. Para el rastas, las intenciones de los animales no iban de buenas.
El sonido de la cacería del humano cada vez era mas cercano, tanto que realmente al chico apenas le quedaban un par de metros de ventaja en carrera. Para nada eso era suficiente, unos segundos mas corriendo así y los tendría encima. Echó un ojo atrás, y evidentemente ahí los tenía, a los cuatro.
«¡La madre que me trajo!»
Corrió a todo pulmón, y apenas dados un par de pasos mas en carrera, tomó impulso y saltó hacia detrás. El salto, potenciado con algo de chakra generó el suficiente impulso como para que el Inuzuka pasase sobre los cuatro jabalíes. Éstos ya estaban tan cerca del chico, que arremetieron contra el aire, buscando cargar sobre el rastas. Pero no lo lograron, por poco.
La carrera de nuevo se disponía, en ésta ocasión para el lado contrario.
Por suerte, había ganado el tiempo suficiente como para que el resto de chicos se librasen de un último jabalí y corriesen hacia los árboles. Etsu comenzó a dejar lentamente al jabato en el suelo, esperando que los mayores no se abalanzasen demasiado rápido sobre el.
Estaba preparado para afrontar otra acometida de la piara de jabalíes, y sin el jabato a cuestas, podía esquivar y moverse mucho mejor. Si tenía la suerte de que le seguían aún a él, podría salvar algo mas de tiempo para el equipo. Así podía quedar esquivando acometidas un buen rato, o eso pensaba. En la siguiente embestida de la piara, Etsu saltaría de nuevo, ésta vez totalmente en vertical, para caer sobre el lomo de alguno de ellos, y agarrarse a éste.
Sí, se podría decir que Etsu estaba como una cabra. Pero bueno, lo importante era ese tiempo que estaba ganando para sus compañeros.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~