19/04/2019, 19:01
«Oh, por las Siete Fortunas, aquí vamos otra vez...»
¿Saben esa sensación que uno tiene cuando están a punto de arrastrarle a un embolado en el que no tiene voz ni voto? Pues eso fue lo que Akame sintió al escuchar a aquellos dos hablar sobre las hijas de Nahana. La herrera le lanzó una mirada de soslayo, desconfiada, al Uchiha —éste apenas se inmutó, pues no le importaba ni una mierda, en el fondo—; pero Datsue montó en cólera. Incapaz de quedarse en cama y abandonar a aquellas chicas a su suerte, el menor de los Hermanos empezó a retorcerse clamando por su liberación.
Akame suspiró con resignación y se cruzó de brazos. Cerró los ojos unos instantes mientras se masajeaba la sien derecha con los dedos. Cuando los abrió, miró a Datsue, luego a Nahana, y luego a Datsue otra vez.
—No digas tonterías. En tu estado actual no llegarás ni a las puertas de la Aldea —sentenció, con aquel tono de voz grave que ponía cada vez que emitía un veredicto fruto de concienzudo análisis de la situación—. Yo iré.
Y entonces vió de nuevo a la herrera, buscando en ella una aprobación.
¿Saben esa sensación que uno tiene cuando están a punto de arrastrarle a un embolado en el que no tiene voz ni voto? Pues eso fue lo que Akame sintió al escuchar a aquellos dos hablar sobre las hijas de Nahana. La herrera le lanzó una mirada de soslayo, desconfiada, al Uchiha —éste apenas se inmutó, pues no le importaba ni una mierda, en el fondo—; pero Datsue montó en cólera. Incapaz de quedarse en cama y abandonar a aquellas chicas a su suerte, el menor de los Hermanos empezó a retorcerse clamando por su liberación.
Akame suspiró con resignación y se cruzó de brazos. Cerró los ojos unos instantes mientras se masajeaba la sien derecha con los dedos. Cuando los abrió, miró a Datsue, luego a Nahana, y luego a Datsue otra vez.
—No digas tonterías. En tu estado actual no llegarás ni a las puertas de la Aldea —sentenció, con aquel tono de voz grave que ponía cada vez que emitía un veredicto fruto de concienzudo análisis de la situación—. Yo iré.
Y entonces vió de nuevo a la herrera, buscando en ella una aprobación.