19/04/2019, 20:31
«Bueno, al menos ha aceptado. Parece que no se fía de mí, pero evidentemente le puede la preocupación por sus hijas. Tiene sentido, supongo.»
Akame asintió ante las palabras de los otros dos.
—Yo estoy listo. Cuando quieras, Lady Takoizu.
No mentía; el jōnin vestía con su uniforme reglamentario de la Espiral —bandana en la frente, placa dorada en el hombro izquierdo y chaleco—, llevaba sus portaobjetos —uno en el muslo derecho y otro en la cintura— y su espada en la funda bandolera que le colgaba a la espalda. Llevaba consigo todo su equipamiento y no necesitaba más.
—Y, por las tetas de Amaterasu, no vayas a arriesgarte a empeorar tus heridas, compadre. Confía en mí, estaremos de vuelta antes de lo que un kusareño grita "me rindo" —le dijo a su Hermano, guiñándole un ojo con poco arte, menos gracia y mucha complicidad.
Akame asintió ante las palabras de los otros dos.
—Yo estoy listo. Cuando quieras, Lady Takoizu.
No mentía; el jōnin vestía con su uniforme reglamentario de la Espiral —bandana en la frente, placa dorada en el hombro izquierdo y chaleco—, llevaba sus portaobjetos —uno en el muslo derecho y otro en la cintura— y su espada en la funda bandolera que le colgaba a la espalda. Llevaba consigo todo su equipamiento y no necesitaba más.
—Y, por las tetas de Amaterasu, no vayas a arriesgarte a empeorar tus heridas, compadre. Confía en mí, estaremos de vuelta antes de lo que un kusareño grita "me rindo" —le dijo a su Hermano, guiñándole un ojo con poco arte, menos gracia y mucha complicidad.