20/04/2019, 20:58
El tan ansiado día había llegado. Incluso Amenokami había decidido celebrarlo por todo lo alto, desplegando en todo su esplendor una tormenta de verano como pocas veces se había visto en Amegakure. Y eso era mucho decir.
Ayame acompañaba a Daruu, ambos en absoluto silencio, de camino a la Torre de la Arashikage. Más por cortesía que porque realmente lo necesitara, la kunoichi se había armado con un paraguas para protegerse de la lluvia —o, más bien, para proteger el suelo de ser mancillado—, y llevaba consigo todas y cada una de sus herramientas como ninja. Tal y como sugirió su compañero, no comentó nada acerca de lo que estaban a punto de hacer en casa. De haberlo hecho, las palabras no habrían tardado en llegar a los suspicaces oídos de Kiroe, y se habría acabado poniendo en grave peligro. No, lo mejor era que dejaran a sus familias a un lado. Tenían que hacerlo por ellos mismos.
No tardaron en llegar a su destino, y los dos muchachos atravesaron el umbral de entrada después de que Ayame cerrara el paraguas y lo dejara en un paragüero cercano. Resueltos como pocas veces lo habían estado, se acercaron a la recepción:
—Buenos días, necesitamos hablar con Yui-sama —habló Ayame, adelantándose.
Ayame acompañaba a Daruu, ambos en absoluto silencio, de camino a la Torre de la Arashikage. Más por cortesía que porque realmente lo necesitara, la kunoichi se había armado con un paraguas para protegerse de la lluvia —o, más bien, para proteger el suelo de ser mancillado—, y llevaba consigo todas y cada una de sus herramientas como ninja. Tal y como sugirió su compañero, no comentó nada acerca de lo que estaban a punto de hacer en casa. De haberlo hecho, las palabras no habrían tardado en llegar a los suspicaces oídos de Kiroe, y se habría acabado poniendo en grave peligro. No, lo mejor era que dejaran a sus familias a un lado. Tenían que hacerlo por ellos mismos.
No tardaron en llegar a su destino, y los dos muchachos atravesaron el umbral de entrada después de que Ayame cerrara el paraguas y lo dejara en un paragüero cercano. Resueltos como pocas veces lo habían estado, se acercaron a la recepción:
—Buenos días, necesitamos hablar con Yui-sama —habló Ayame, adelantándose.