20/04/2019, 21:04
Ayame ya conocía aquel despacho de sobra. Podría incluso haber hecho un boceto con todas y cada una de sus esquinas; pero nunca terminaba de acostumbrarse a la atmósfera opresiva que despedía aquella mujer con su mera presencia. El sillón se giró hacia ellos, pero Ayame se contuvo de alzar la mirada hasta que no recibiera la pertinente orden. Por eso, agarró conteniendo la respiración, con la cabeza gacha y la rodilla hincada en el suelo.
—Vuelve a llamarme señora, Amedama y no te quedarán papilas gustativas para poder seguir disfrutando de los pastelitos que hace tu madre.
«Pues empezamos bien...» Pensó Ayame.
—Y tú —añadió, y la muchacha se estremeció como si acabara de recibir una puñalada por la espalda—. ¿Te ha comido la lengua alguna rata? ¿Acaso ya no te parece necesario dar los buenos días, Ayame?
—Lo siento, Yui-sama —respondió de inmediato, con el cuerpo tan tenso como una vara de hierro. Si al menos Shanise estuviera allí...—. Buenos días, Yui-sama. No volverá a ocurrir.
—Levantáos y tomad asiento —les ordenó, y Ayame no esperó a que se lo repitiera—. ¿Y bueno? ¿en qué os puedo ayudar?
Tal y como habían acordado en el ascensor, Ayame dejó que fuera Daruu el que se explicara. Además era un asunto que le atañía de forma directamente personal, por lo que aquello era lo correcto.
—Además sabemos que ese grupo, las Náyades se hacen llamar, se dedican al tráfico de órganos —completó Ayame, con un desagradable escalofrío, cuando Daruu terminó de hablar—. Estando en Notsuba iban detrás de los ojos de un niño pequeño, al parecer Uchiha. Pero su "contacto" ya se los había vendido a alguien más.
—Vuelve a llamarme señora, Amedama y no te quedarán papilas gustativas para poder seguir disfrutando de los pastelitos que hace tu madre.
«Pues empezamos bien...» Pensó Ayame.
—Y tú —añadió, y la muchacha se estremeció como si acabara de recibir una puñalada por la espalda—. ¿Te ha comido la lengua alguna rata? ¿Acaso ya no te parece necesario dar los buenos días, Ayame?
—Lo siento, Yui-sama —respondió de inmediato, con el cuerpo tan tenso como una vara de hierro. Si al menos Shanise estuviera allí...—. Buenos días, Yui-sama. No volverá a ocurrir.
—Levantáos y tomad asiento —les ordenó, y Ayame no esperó a que se lo repitiera—. ¿Y bueno? ¿en qué os puedo ayudar?
Tal y como habían acordado en el ascensor, Ayame dejó que fuera Daruu el que se explicara. Además era un asunto que le atañía de forma directamente personal, por lo que aquello era lo correcto.
—Además sabemos que ese grupo, las Náyades se hacen llamar, se dedican al tráfico de órganos —completó Ayame, con un desagradable escalofrío, cuando Daruu terminó de hablar—. Estando en Notsuba iban detrás de los ojos de un niño pequeño, al parecer Uchiha. Pero su "contacto" ya se los había vendido a alguien más.