20/04/2019, 21:10
La ira de la Arashikage llenaba el despacho con cada palabra formulada por Daruu. Ayame se mantuvo siempre firme en su sitio, intentando que la inquietud que sentía no se reflejara en su rostro o que la vena que se le estaba hinchando en el cuello a Yui no la pusiera aún más nerviosa. Aunque para ello tenía que apretar sendos puños contra sus rodillas.
—¿Lo que propones, Amedama, es que deje ir a uno de mis mejores ninjas en cierne y a mi Jinchuriki a cazar a una de las renegadas más peligrosas que ha parido Arashi no kuni? ¿Crees sinceramente que esa es una buena idea? ¿Que tu madre lo aprobaría? —habló la mandataria, una vez Daruu y Ayame terminaron de expresarse.
Y, tal y como había temido desde un principio la muchacha, el tema de su situación como Jinchūriki no tardó en salir a la luz. Sus ojos castaños se ensombrecieron momentáneamente al creer que aquella era su sentencia a la hora de participar en aquella caza, como le gustaba llamarlo Daruu.
Él no dudó ni un instante en defender su posición:
—Creo que mi madre jamás lo aprobaría. Y por eso... vengo a hablarle a usted. Otra cosa que haría mi madre nada más enterarse sería ir directa a por ella, cosa que pretendo hacer con mis propias manos para no ponerla a ella en peligro. La última vez, ya se sacrificó por mi —añadió, cerrando aquellos ojos que jamás habían sido suyos, sino un regalo—. Creo firmemente que es hora de que ajuste cuentas por lo de la playa.
—Qué piensas tú, Ayame. Y no te atrevas a mentirme. ¿Estás lista? ¿Te sientes lista?
Ayame respiró hondo, se cargó de determinación y arrojo, cuadró los hombros y miró a Yui directamente a los ojos en una actitud que pocas veces había demostrado en su carrera como kunoichi.
—Estoy lista, Arashikage-sama —dijo, con ojos cargados de decisión—. Por favor, déjeme ir a mí también. Daruu ya ha hecho muchas cosas por mí, es hora de que le devuelva el favor. Ambos formamos un buen equipo, si trabajamos juntos las probabilidades de éxito sólo aumentarán exponencialmente.
—¿Lo que propones, Amedama, es que deje ir a uno de mis mejores ninjas en cierne y a mi Jinchuriki a cazar a una de las renegadas más peligrosas que ha parido Arashi no kuni? ¿Crees sinceramente que esa es una buena idea? ¿Que tu madre lo aprobaría? —habló la mandataria, una vez Daruu y Ayame terminaron de expresarse.
Y, tal y como había temido desde un principio la muchacha, el tema de su situación como Jinchūriki no tardó en salir a la luz. Sus ojos castaños se ensombrecieron momentáneamente al creer que aquella era su sentencia a la hora de participar en aquella caza, como le gustaba llamarlo Daruu.
Él no dudó ni un instante en defender su posición:
—Creo que mi madre jamás lo aprobaría. Y por eso... vengo a hablarle a usted. Otra cosa que haría mi madre nada más enterarse sería ir directa a por ella, cosa que pretendo hacer con mis propias manos para no ponerla a ella en peligro. La última vez, ya se sacrificó por mi —añadió, cerrando aquellos ojos que jamás habían sido suyos, sino un regalo—. Creo firmemente que es hora de que ajuste cuentas por lo de la playa.
—Qué piensas tú, Ayame. Y no te atrevas a mentirme. ¿Estás lista? ¿Te sientes lista?
Ayame respiró hondo, se cargó de determinación y arrojo, cuadró los hombros y miró a Yui directamente a los ojos en una actitud que pocas veces había demostrado en su carrera como kunoichi.
—Estoy lista, Arashikage-sama —dijo, con ojos cargados de decisión—. Por favor, déjeme ir a mí también. Daruu ya ha hecho muchas cosas por mí, es hora de que le devuelva el favor. Ambos formamos un buen equipo, si trabajamos juntos las probabilidades de éxito sólo aumentarán exponencialmente.