20/04/2019, 21:23
—Eso espero. Por vuestro bien —respondió la Arashikage, y sus ojos refulgieron, eléctricos, llenos de fuerza. Una fuerza que se contagiaba a todos los que la escuchaban—. Tomad —agregó, mientras rebuscaba en la montaña de papeles que alfombraban el escritorio y terminó por deslizar un objeto hasta que llegó justo frente a Ayame.
La kunoichi no pudo evitar contener la respiración momentáneamente, con el corazón palpitando con inusitada fuerza, cuando sus ojos cayeron en lo que les estaba tendiendo. Un libro bastante fino, con la cubierta de color azul y bordados negros. Aquel era un libro que ella conocía bien, pues lo había tenido en sus manos después de robárselo a su hermano mayor, tiempo atrás, para obtener información sobre Naia: Era el Libro Bingo, el libro donde quedaban registrados todos los criminales buscados y abatidos. De hecho, ella misma tenía una burda copia de aquella página entre las hojas de la libreta que siempre llevaba consigo. Una libreta que, además, estaba utilizando para añadir información crucial sobre otros shinobi peligrosos, como podían ser los mismísimos Generales.
—Página veinticinco y veintiséis.
Ayame tomó el pequeño libro y lo abrió. Comenzó a ojearlo, buscando las páginas indicadas, pero cuando dio con la página número quince, no pudo contener el temblor en sus manos: El retrato de Umikiba Kaido le devolvía una sonrisa fanfarrona detrás de una enorme X que tachaba su figura, dándolo por muerto.
Ayame respiró hondo, y siguió pasando las páginas hasta que dio con los dos retratos indicados
—Dijisteis que vuestro gato siguió a dos subordinadas de las Náyades. ¿Podría reconocerlas?
Ayame ladeó la cabeza, pansativa, e intercambió una interrogante mirada con Daruu.
—Lo cierto, Arashikage-sama, es que nosotros no llegamos a verlas directamente. Pero la descripción que nos dio Yuki parece coincidir —habló, señalando el primer retrato—: Shiramu Nioka, la mujer "super grande" y de pelo negro y liso —Comentó, antes de pasar la página y señalar el otro—; y Jyudan Shannako la mujer delgaducha con el pelo castaño y corto.
«Jyudan Shannako... Raiton. Oh, genial.» Se lamentó para sus adentros.
Podía parecer curioso que le preocupara más el dominio del rayo a un hacha, pero para alguien con sus habilidades, las prioridades cambiaban drásticamente.
La kunoichi no pudo evitar contener la respiración momentáneamente, con el corazón palpitando con inusitada fuerza, cuando sus ojos cayeron en lo que les estaba tendiendo. Un libro bastante fino, con la cubierta de color azul y bordados negros. Aquel era un libro que ella conocía bien, pues lo había tenido en sus manos después de robárselo a su hermano mayor, tiempo atrás, para obtener información sobre Naia: Era el Libro Bingo, el libro donde quedaban registrados todos los criminales buscados y abatidos. De hecho, ella misma tenía una burda copia de aquella página entre las hojas de la libreta que siempre llevaba consigo. Una libreta que, además, estaba utilizando para añadir información crucial sobre otros shinobi peligrosos, como podían ser los mismísimos Generales.
—Página veinticinco y veintiséis.
Ayame tomó el pequeño libro y lo abrió. Comenzó a ojearlo, buscando las páginas indicadas, pero cuando dio con la página número quince, no pudo contener el temblor en sus manos: El retrato de Umikiba Kaido le devolvía una sonrisa fanfarrona detrás de una enorme X que tachaba su figura, dándolo por muerto.
«¡Diles que Dragón Rojo está más vivo que nunca!»
Ayame respiró hondo, y siguió pasando las páginas hasta que dio con los dos retratos indicados
—Dijisteis que vuestro gato siguió a dos subordinadas de las Náyades. ¿Podría reconocerlas?
Ayame ladeó la cabeza, pansativa, e intercambió una interrogante mirada con Daruu.
—Lo cierto, Arashikage-sama, es que nosotros no llegamos a verlas directamente. Pero la descripción que nos dio Yuki parece coincidir —habló, señalando el primer retrato—: Shiramu Nioka, la mujer "super grande" y de pelo negro y liso —Comentó, antes de pasar la página y señalar el otro—; y Jyudan Shannako la mujer delgaducha con el pelo castaño y corto.
«Jyudan Shannako... Raiton. Oh, genial.» Se lamentó para sus adentros.
Podía parecer curioso que le preocupara más el dominio del rayo a un hacha, pero para alguien con sus habilidades, las prioridades cambiaban drásticamente.