20/04/2019, 21:34
—Con el Dragón Rojo —completó Daruu.
Y la ira de Yui volvió a alzarse, como una tormenta que arreciaba con todas sus fuerzas. Mejillas encendidas, vena palpitante... la Arashikage amenazaba con explotar en cualquier momento.
—Ya lo sé — respondió Yui, para estupefacción de Ayame, que parpadeó, absolutamente confundida, e intercambió una mirada con Daruu—. Nos hemos enterado hace poco por ese rubio cabrón de Hanabi. Entiendan algo, perdimos contacto con Umikiba hace más de dos meses. Luego encontramos lo que parecía ser su cadáver y por eso le declaramos muerto. Pero nos han engañado, y desde entonces estamos tratando de averiguar cómo cojones pasó —explicó, antes de centrar la atención en Daruu—. Era conveniente que en Sekiryū siguieran creyendo que para nosotros seguía muerto, mientras discernimos porqué cortó las comunicaciones y fingió su muerte. Pero, visto lo visto, ya no tiene mucho caso... ¿Y tú como coño lo sabes, eh? —añadió, volviéndose de nuevo hacia Ayame, que se sobresaltó ligeramente—. ¿También se te apareció de la nada como a Uchiha Datsue? ¿fue realmente tan estúpido?
Ayame agachó la cabeza, abatida.
—No... No exactamente... Le sorprendí anoche en Tanzaku Gai. Me dijo... me dijo que... —balbuceó, y cuando sus ojos se cruzaron con los de Yui supo que no sería capaz de reproducir con la nefasta exactitud las palabras de Kaido—-. Me dijo que te dijera que El Dragón Rojo está más vivo que nunca. —Ayame entrecerró los ojos momentáneamente al recordar algo—. Ahora que lo pienso... El Dragón Rojo... ¿Tendría que ver con el tatuaje de dragón que llevaba en el brazo?
Y la ira de Yui volvió a alzarse, como una tormenta que arreciaba con todas sus fuerzas. Mejillas encendidas, vena palpitante... la Arashikage amenazaba con explotar en cualquier momento.
—Ya lo sé — respondió Yui, para estupefacción de Ayame, que parpadeó, absolutamente confundida, e intercambió una mirada con Daruu—. Nos hemos enterado hace poco por ese rubio cabrón de Hanabi. Entiendan algo, perdimos contacto con Umikiba hace más de dos meses. Luego encontramos lo que parecía ser su cadáver y por eso le declaramos muerto. Pero nos han engañado, y desde entonces estamos tratando de averiguar cómo cojones pasó —explicó, antes de centrar la atención en Daruu—. Era conveniente que en Sekiryū siguieran creyendo que para nosotros seguía muerto, mientras discernimos porqué cortó las comunicaciones y fingió su muerte. Pero, visto lo visto, ya no tiene mucho caso... ¿Y tú como coño lo sabes, eh? —añadió, volviéndose de nuevo hacia Ayame, que se sobresaltó ligeramente—. ¿También se te apareció de la nada como a Uchiha Datsue? ¿fue realmente tan estúpido?
Ayame agachó la cabeza, abatida.
—No... No exactamente... Le sorprendí anoche en Tanzaku Gai. Me dijo... me dijo que... —balbuceó, y cuando sus ojos se cruzaron con los de Yui supo que no sería capaz de reproducir con la nefasta exactitud las palabras de Kaido—-. Me dijo que te dijera que El Dragón Rojo está más vivo que nunca. —Ayame entrecerró los ojos momentáneamente al recordar algo—. Ahora que lo pienso... El Dragón Rojo... ¿Tendría que ver con el tatuaje de dragón que llevaba en el brazo?