21/04/2019, 23:57
(Última modificación: 20/09/2019, 19:03 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Daruu guardaba un tenso silencio. Amekoro Yui escuchaba las palabras de Ayame con una atención casi electrizante, casi peligrosa. La muchacha había sido muy cuidadosa a la hora de escoger sus palabras para contar lo que sabía y al mismo esquivar con delicadeza cualquier atisbo que pudiera hacer sospechar a la Arashikage que mantenían una vía de comunicación con alguien dentro de Uzushiogakure. Y, aún así, con cada segundo que pasaba, se sentía como si tuviera los filos de las katanas de Yui acariciando su cuello.
—Está bien —dijo finalmente, para alivio de todos los presentes—. Indagaré un poco más en el asunto antes de arrancarle los huevos a Hanabi. Ahora, si sois tan amables —añadió, fijando la mirada en Ayame. Y después den Daruu. Para volver a Ayame. Y terminar en la puerta del despacho—. Iros antes de que me vengáis con que Shanise está complotando contra mí o algo por el estilo. Porque con la seguidilla de sorpresas que me habéis soltado hoy... venga, Amedama; Ayame. Buena caza.
Ayame inclinó el cuerpo en una pronunciada reverencia antes de abandonar el despacho de la Arashikage. Y sólo una vez hubieron dejado atrás el ojo de la tormenta y se hubieron refugiado en la seguridad del ascensor, la muchacha se permitió el lujo de relajarse y exhalar un profundo suspiro. Aún le temblaban las piernas.
—Oye, Daruu... Shanise-senpai no está conspirando contra Yui-sama, ¿no...?
—Está bien —dijo finalmente, para alivio de todos los presentes—. Indagaré un poco más en el asunto antes de arrancarle los huevos a Hanabi. Ahora, si sois tan amables —añadió, fijando la mirada en Ayame. Y después den Daruu. Para volver a Ayame. Y terminar en la puerta del despacho—. Iros antes de que me vengáis con que Shanise está complotando contra mí o algo por el estilo. Porque con la seguidilla de sorpresas que me habéis soltado hoy... venga, Amedama; Ayame. Buena caza.
Ayame inclinó el cuerpo en una pronunciada reverencia antes de abandonar el despacho de la Arashikage. Y sólo una vez hubieron dejado atrás el ojo de la tormenta y se hubieron refugiado en la seguridad del ascensor, la muchacha se permitió el lujo de relajarse y exhalar un profundo suspiro. Aún le temblaban las piernas.
—Oye, Daruu... Shanise-senpai no está conspirando contra Yui-sama, ¿no...?