22/04/2019, 11:56
«¡Pero me cago en todos los dioses habidos y por haber! Si Datsue y Soroku tienen un sello de Hermandad Intrépida, ¿por qué demonios no se han avisado por ahí?» Akame sintió ganas de pegarle un puñetazo a su Hermano, otro a Soroku, y otro a Shinjaka de paso. No es que el aprendiz hubiera hecho nada malo, pero aquella actitud de fuckboi con ínfulas le repateaba al jōnin.
—Ah, dioses, qué gente... —se quejó el Uchiha, como pensando en voz alta—. Dame un momento.
Sin perder de vista a las mujeres ni a Shinjaka, Akame se llevó una mano a su propio sello y lo activó con una pequeña cantidad de chakra. Luego se tapó discretamente la boca con la misma mano para hablar con Datsue.
—Compadre, compadre, ¿me recibes? Estoy aquí en Los Herreros, las niñas están a salvo y con su madre. También está ese plasta de Shinjaka, pero ni rastro de Soroku. El aprendiz dice que salió en busca de las niñas y que no se han cruzado en el camino. ¿Le puedes avisar? Cambio.
—Ah, dioses, qué gente... —se quejó el Uchiha, como pensando en voz alta—. Dame un momento.
Sin perder de vista a las mujeres ni a Shinjaka, Akame se llevó una mano a su propio sello y lo activó con una pequeña cantidad de chakra. Luego se tapó discretamente la boca con la misma mano para hablar con Datsue.
—Compadre, compadre, ¿me recibes? Estoy aquí en Los Herreros, las niñas están a salvo y con su madre. También está ese plasta de Shinjaka, pero ni rastro de Soroku. El aprendiz dice que salió en busca de las niñas y que no se han cruzado en el camino. ¿Le puedes avisar? Cambio.