22/04/2019, 20:45
(Última modificación: 22/04/2019, 21:16 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Daruu se quedó mirándola con los ojos entrecerrados y una expresión inescrutable en el rostro. Lo que pasaba por su cabeza era algo que sólo sabría él mismo; pero, de alguna manera, Ayame no encontró ira ni enfado en él. Sólo algo parecido al recelo y la precaución ante un gran peligro conocido. Y, aún así, no pudo evitar estremecerse ante la intensidad de sus ojos purpúreos.
¡Plink! El ascensor se detuvo de golpe, y Daruu levantó la mano, con el dedo índice y pulgar formando un círculo... antes de que el primero fuera liberado de su tensión y terminara estrellándose contra su frente, deshaciendo la transformación en el acto.
—¡Auch! —gimoteó ella.
—Lo siento, no queremos que el pobre Hida-dono se lleve un susto, ¿eh?
—¡Jo, ya lo sé! ¡No pensaba quedarme transformada! —protestó ella, aún frotándose la frente con gesto dolorido y los mofletes inflados.
Los dos shinobi abandonaron el ascensor y cruzaron frente al mostrador en su camino hacia el exterior de la Torre de la Arashikage. Por el camino, ambos se despidieron de Hida y después de que Ayame recuperara su paraguas y lo desplegara por encima de su cabeza, ambos echaron a andar por las calles de Amegakure.
—Vayamos a casa y preparemos algunos enseres para el viaje. Una vez en Shinogi-To, deberíamos improvisar con lo que podamos encontrar. Difícilmente iremos de incógnito cargando una mochila a la espalda todo el rato.
—Tenemos medio día de viaje hasta Shinogi-to, quizás con que llevemos lo suficiente hasta allí y nos abastezcamos en la propia ciudad es suficiente: sólo algo de comida y un mapa.
¡Plink! El ascensor se detuvo de golpe, y Daruu levantó la mano, con el dedo índice y pulgar formando un círculo... antes de que el primero fuera liberado de su tensión y terminara estrellándose contra su frente, deshaciendo la transformación en el acto.
—¡Auch! —gimoteó ella.
—Lo siento, no queremos que el pobre Hida-dono se lleve un susto, ¿eh?
—¡Jo, ya lo sé! ¡No pensaba quedarme transformada! —protestó ella, aún frotándose la frente con gesto dolorido y los mofletes inflados.
Los dos shinobi abandonaron el ascensor y cruzaron frente al mostrador en su camino hacia el exterior de la Torre de la Arashikage. Por el camino, ambos se despidieron de Hida y después de que Ayame recuperara su paraguas y lo desplegara por encima de su cabeza, ambos echaron a andar por las calles de Amegakure.
—Vayamos a casa y preparemos algunos enseres para el viaje. Una vez en Shinogi-To, deberíamos improvisar con lo que podamos encontrar. Difícilmente iremos de incógnito cargando una mochila a la espalda todo el rato.
—Tenemos medio día de viaje hasta Shinogi-to, quizás con que llevemos lo suficiente hasta allí y nos abastezcamos en la propia ciudad es suficiente: sólo algo de comida y un mapa.