23/04/2019, 05:41
Kazuma logró subir aprovechando la distracción provocada por Ranko. Antes de que el jabalí atacara de nuevo, ambos genin ya corrían hacia los árboles. La de la trenza no dudó en saltar hacia los árboles y proseguir su huida en las alturas. El peliblanco lograría llegar también, mas el animal les seguiría el paso por tierra.
Por otra parte, el jabato sería puesto en libertad a una modesta distancia de allí. De los cuatro jabalíes que perseguían a Etsu, solo uno, la madre de la cría, se quedó detrás para atenderla. Los otros tres siguieron al de las rastas como si su vida dependiera de ello. Sin embargo, no contaban con que su enemigo humano tuviese aires de vaquero, y saltaría encima de uno de ellos.
El corcel porcino ahora corría de manera un tanto errática, pues su objetivo ya no estaba frente a él. Daba saltos cada tanto, tratando de derribar al Inuzuka. Las otras dos bestias parecían algo confundidas, y no sabían si atacar a su compañero o no. No obstante, ninguno dejaba de correr. El chico tal vez no lo sabía, pero los cerdos no estaban lejos de llegar al punto del agotamiento.
Ranko ya no podía ver a Etsu, pero, si se enfocaba un poco (lo cual era difícil al intentar huir), podría escuchar los guarridos de los jabalíes que perseguían a su amigo. El último jabalí seguía detrás de ella y Kazuma.
—¡I-Inuzuka-san nos quiso… da… dar tiempo! ¡Pero no p-puedo evitar pensar si… si podemos ayudarle! —Ranko alzó la voz en dirección a Kazuma. Sabía que Etsu era más fuerte que ellos dos, y estaba casi segura de que podría apañárselas sin tanta dificultad. Mas no se le quitaba la espinita de la preocupación.
”Me pregunto si deberíamos emprender el camino de regreso a la aldea… Así, aunque nos sigan los jabalíes, tendremos refuerzos. ¿No?” Imaginó a su madre lanzando a los jabalíes por los aires.
Por otra parte, el jabato sería puesto en libertad a una modesta distancia de allí. De los cuatro jabalíes que perseguían a Etsu, solo uno, la madre de la cría, se quedó detrás para atenderla. Los otros tres siguieron al de las rastas como si su vida dependiera de ello. Sin embargo, no contaban con que su enemigo humano tuviese aires de vaquero, y saltaría encima de uno de ellos.
El corcel porcino ahora corría de manera un tanto errática, pues su objetivo ya no estaba frente a él. Daba saltos cada tanto, tratando de derribar al Inuzuka. Las otras dos bestias parecían algo confundidas, y no sabían si atacar a su compañero o no. No obstante, ninguno dejaba de correr. El chico tal vez no lo sabía, pero los cerdos no estaban lejos de llegar al punto del agotamiento.
Ranko ya no podía ver a Etsu, pero, si se enfocaba un poco (lo cual era difícil al intentar huir), podría escuchar los guarridos de los jabalíes que perseguían a su amigo. El último jabalí seguía detrás de ella y Kazuma.
—¡I-Inuzuka-san nos quiso… da… dar tiempo! ¡Pero no p-puedo evitar pensar si… si podemos ayudarle! —Ranko alzó la voz en dirección a Kazuma. Sabía que Etsu era más fuerte que ellos dos, y estaba casi segura de que podría apañárselas sin tanta dificultad. Mas no se le quitaba la espinita de la preocupación.
”Me pregunto si deberíamos emprender el camino de regreso a la aldea… Así, aunque nos sigan los jabalíes, tendremos refuerzos. ¿No?” Imaginó a su madre lanzando a los jabalíes por los aires.
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