24/04/2019, 03:20
Shinjaka observó a Akame, desde la distancia. Aunque más pronto que tarde fue abordado por las Tākoizu, que aguardaron con ojo crítico a que el shinobi acabara las charlas que tenía discretamente a la distancia. Kitana y Urami conocían de ese extraño poder de Datsue, así que entendían lo que estaba sucediendo.
—Debemos volver. Tenemos que encontrarlo.
—Me temo que no es buena idea, Nahana-sama. Soroku-dono era consciente de que podía suceder ésto. De que Datsue lograra ponerla a salvo luego de haber dejado en ruta a las señoritas. Son al menos dos días y medio de viaje en caballo, así que al no haber dado con nadie seguro habrá decidido volver.
Pero Shinjaka mentía.
Probablemente, a Soroku le pudiera la impaciencia y hubiese decidido ir hasta el Templo.
—Debemos volver. Tenemos que encontrarlo.
—Me temo que no es buena idea, Nahana-sama. Soroku-dono era consciente de que podía suceder ésto. De que Datsue lograra ponerla a salvo luego de haber dejado en ruta a las señoritas. Son al menos dos días y medio de viaje en caballo, así que al no haber dado con nadie seguro habrá decidido volver.
Pero Shinjaka mentía.
Probablemente, a Soroku le pudiera la impaciencia y hubiese decidido ir hasta el Templo.