24/04/2019, 15:55
Akame cortó la comunicación con su compañero y volvió a la escena que le ocupaba. «Hmpf, aquí hay algo que huele mal... Demasiado mal», se dijo. Como un molesto picor que no era capaz de rascarse, el Uchiha seguía con aquel mal presentimiento. Algo no encajaba. Se cruzó de brazos, reflexivo, mientras la herrera y el aprendiz discutían sobre la suerte de Soroku. «Maldita sea mi puta estampa, que ya me va a tocar salir a buscar a ese desgraciado. ¿Es que esta gente no sabe hacer nada por sí misma? ¡Por los putos cuernos de Susano'o!»
Con un suspiro de resignación, el jōnin se acercó a aquel singular cuarteto.
—A ver, mantengamos la calma. Lady Takoizu, mucho me temo que tanto tú como tus hijas seguís en peligro. Sé que vuestros enemigos son poderosos, si yo fuera tú, precisamente lo último en lo que pensaría sería en volver a Tsuchi no Kuni —dijo de mala gana—. Aunque, si así lo quieres, yo no voy a ser el que te lo impida. Datsue me pidió que te salvara la vida y luego que comprobase que tus hijas habían llegado aquí sin problemas, y eso he hecho. Lo que hagáis ahora me tiene sin cuidado... Aunque ya me jodería que malgastárais mi trabajo en un viaje a la muerte.
Luego se volvió hacia Shinjaka. No confiaba en aquel tipejo.
—¿Hace cuánto dices que partió Soroku-dono? —inquirió—. Lady Takoizu, vuestros enemigos saben qué aspecto tiene el maestro herrero? ¿Serían capaces de reconocerle en el camino?
Con un suspiro de resignación, el jōnin se acercó a aquel singular cuarteto.
—A ver, mantengamos la calma. Lady Takoizu, mucho me temo que tanto tú como tus hijas seguís en peligro. Sé que vuestros enemigos son poderosos, si yo fuera tú, precisamente lo último en lo que pensaría sería en volver a Tsuchi no Kuni —dijo de mala gana—. Aunque, si así lo quieres, yo no voy a ser el que te lo impida. Datsue me pidió que te salvara la vida y luego que comprobase que tus hijas habían llegado aquí sin problemas, y eso he hecho. Lo que hagáis ahora me tiene sin cuidado... Aunque ya me jodería que malgastárais mi trabajo en un viaje a la muerte.
Luego se volvió hacia Shinjaka. No confiaba en aquel tipejo.
—¿Hace cuánto dices que partió Soroku-dono? —inquirió—. Lady Takoizu, vuestros enemigos saben qué aspecto tiene el maestro herrero? ¿Serían capaces de reconocerle en el camino?