26/04/2019, 20:44
Más de 72 horas
Etsu demostró que no solo era Akane quien tenía ideas geniales, pues hizo gala de sus habilidades con el ninjutsu. Después de cabalgar al marrano mientras hacía sellos, el chico de las rastas cayó al suelo, quedando levemente detrás de los jabalíes. Las bestias giraron tan bruscamente como pudieron, para luego lanzarse sobre su sospechosamente inmóvil presa. Al llegar a él descubrieron el truco.
¡PLUFF!
Los jabalíes gruñirían y chillarían, y uno le daría un tope con su hocico al tronco que el Jutsu de Sustitución de Etsu había dejado detrás. Los animales girarían, confundidos. Tenían mala vista, pero les era muy claro que eso no era lo que habían estado persiguiendo. Después de unos segundos, parecieron recuperar un levísimo aroma que las hierbas cargadas por Akane habían dejado atrás.
Pero era muy tarde ya: ¡Etsu estaba demasiado lejos! Los animales guarrearon y dieron patadas, pero no tenían ni la energía para alcanzarlo ni la habilidad para rastrear las hierbas por mucha distancia. Dieron la vuelta y se perdieron entre los árboles, regresando a su territorio en busca de comida.
Sin embargo, a cierta distancia quedaba un jabalí que continuaba una obstinada persecución detrás de Ranko y Kazuma. La chica había subido a los árboles, mientras que el peliblanco seguía por tierra. Ella seguía preguntándose si regresar o no para ayudar a el tercer miembro del equipo.
”Inuzuka-san, ¿será que…?”
Volteó para intentar ver al de las rastas a la distancia, pero lo que vio le hizo soltar un grito en automático. Tal vez a otra persona le hubiese soltado una carcajada.
—¡Kazuma-san!
El genin había tropezado, tal vez con una raíz. Quizás en su calma eterna, Kazuma se había distraído lo suficiente como para dejar de prestar atención por un segundo al camino. El jabalí no perdió oportunidad y se lanzó al ataque con sus colmillos. Afortunadamente, el hueco en la ropa del chico sirvió de algo: el afilado diente pareció deslizarse dentro de él y, al levantar el hocico, lanzó a Kazuma por los aires, despojándolo de un pantalón hecho trizas. Se golpeó contra el suelo con fuerza, quedando a varios metros por delante del animal, el cual se preparaba para un segundo ataque.
Ranko aterrizó entonces entre ambos, golpeando el suelo con las palmas, después de haber hecho sellos en el aire.
—¡Doton: Doryūheki!
Un muro, adornado como de costumbre con el emblema de la familia Sagisō, surgió velozmente del suelo. Un instante después, se escuchó el golpe de la masa porcina contra la tierra. Ranko, por su parte, no perdió tiempo y, con el rostro totalmente enrojecido e intentando no mirar a la parte baja del cuerpo de su compañero, lo levantó y, apoyándolo en su hombro, se alejó tan rápido como pudo.
”NO ES MALTRATO ANIMAL SI EL ANIMAL SE GOLPEÓ A SÍ MISMO” pensó la chica una y otra vez mientras corría a duras penas con Kazuma.
Afortunadamente, la fuerte embestida del jabalí le había dejado un dolor de cabeza tal que le hizo desistir de la caza. No estaba acostumbrado a darse tan de repente con muros de tierra. El animal se alejó tambaleante hacia el suroeste. Ninguno de los presentes lo sabría nunca, pero ese jabalí se recuperó del golpe al día siguiente y tuvo una descendencia larga y próspera, de cierta manera, pues la mitad de su prole fue consumida por algunos de los locales.
Regresando al presente, Etsu no tardó en alcanzar a la Ranko apresurada y al Kazuma semidesnudo. La chica, entre la emoción y la pena, no pudo decir mucho antes de ponerse en marcha hacia la aldea.
—¡Ho… Hola!
Hacía falta prácticamente nada para cumplir su misión.
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