1/05/2019, 11:49
La sonrisa de Ginjo se abrió aún más.
—¿Para tí? ¿para tu chica? ¡Claro que sí! —exclamó, con la ilusión de un niño—. Y os daré la más grande que tengo. —antes de que nadie pudiera protestar al respecto, el tabernero se dio la vuelta y comenzó a rebuscar en un mar de llaves que se encontraba sobre el mostrador. Tras algunos segundos, que Ayame empleó en echar una ojeada a las múltiples fotos que alfombraban la pared del fondo, les tendió una llave—. Ajá, aquí está. Toma, muchacho, habitación número nueve. ¿Eh, y sabes qué? para que se lo cuentes a tu madre cuando vuelvas. ¡La casa invita, gastos pagos a cargo de este humilde servidor!
—¿Qué? N... ¡No es necesario, tenemos dinero! —exclamó Ayame, apurada.
Pero Daruu aceptó la llave de buen grado:
—Muchas gracias, señor Ginjo, en serio —dijo—. Escuche, ¿podría acompañarnos a la habitación? Tengo algo que decirle y no me gustaría que hubiera algún oído indiscreto por aquí.
—¿Para tí? ¿para tu chica? ¡Claro que sí! —exclamó, con la ilusión de un niño—. Y os daré la más grande que tengo. —antes de que nadie pudiera protestar al respecto, el tabernero se dio la vuelta y comenzó a rebuscar en un mar de llaves que se encontraba sobre el mostrador. Tras algunos segundos, que Ayame empleó en echar una ojeada a las múltiples fotos que alfombraban la pared del fondo, les tendió una llave—. Ajá, aquí está. Toma, muchacho, habitación número nueve. ¿Eh, y sabes qué? para que se lo cuentes a tu madre cuando vuelvas. ¡La casa invita, gastos pagos a cargo de este humilde servidor!
—¿Qué? N... ¡No es necesario, tenemos dinero! —exclamó Ayame, apurada.
Pero Daruu aceptó la llave de buen grado:
—Muchas gracias, señor Ginjo, en serio —dijo—. Escuche, ¿podría acompañarnos a la habitación? Tengo algo que decirle y no me gustaría que hubiera algún oído indiscreto por aquí.