3/05/2019, 12:51
(Última modificación: 3/05/2019, 12:51 por Aotsuki Ayame.)
—Lo sé, Ayame… Yo tuve un encontronazo con uno de ellos en el pasado. Con uno de los que huían de ellos —respondió Datsue—. Pero nosotros tenemos la Alianza. Somos Uzu. No, Ayame, son ellos los que deben tener cuidado —sentenció, y su voz sonó con la fuerza y la determinación de un relámpago—. Son ellos los que están en peligro.
Pero Ayame volvió a suspirar, abatida. No tenían ya bastante con los Generales, que ahora tenían que estar pendientes también de dos exiliados. Y no dos exiliados cualquiera, no, sino los que eran, o habían sido, con toda probabilidad unos de los shinobi más poderosos de Uzushiogakure y Amegakure.
—No harás tal cosa, Datsue, no ahora, no en nuestras horas más bajas —ordenó Hanabi, tratando de aplacar el peligroso fuego que ardía en las entrañas del Uchiha—. Te necesitamos, y no voy a arriesgarme a perderte ni como shinobi, ni como guardián, ni como amigo. No por un traidor. No obstante, Uchiha Akame se fue de este mundo sin responder por sus crímenes. Lo respetamos, honramos su muerte, y le velamos como a uno más de los nuestros. ¿Y nos paga de ésta forma? ¿Engañándonos a todos? ¿Trayendo el fuego a nuestro hogar?
«Fue... ¿Fue él...?» Se preguntó Ayame, a raíz de las palabras de Hanabi, con los ojos abiertos como platos. ¿Pero cómo? ¡No debía de haber pasado más de una hora entre su encuentro en Tanzaku Gai y su conversación con el Uzukage! ¿Cómo había llegado a Uzushio...? La kunoichi se estremeció de golpe, y su rostro palideció súbitamente al recordar lo que Daruu le contó tiempo atrás: «Él también puede teletransportarse... Puede... Puede...» Ayame se dejó caer sobre la cama lentamente, presa del terror.
—No quedará impune, eso te lo aseguro —continuaba hablando Hanabi—. Pero debemos tener cabeza y actuar con templanza, Datsue. No podemos cometer el error de dejarnos guiar por nuestros impulsos más primitivos y caer en su juego. Allí, nos volvemos débiles. ¿Pero unidos? Quiero que confíes en mí, Datsue. Lo vamos a resolver. Pero juntos.
—Datsue —habló Daruu—. Sigo apoyándote. En esto también. No dejes de tenernos en cuenta, por favor. Usted también, Hanabi-sama. A pesar de que mi actitud ayer fuera deplorable. Se lo ruego, no deseo más que la fortaleza de esta Alianza y su perpetua extensión. Primero, voy a recuperar mi Byakugan. Después, voy a hacerme el puto ninja de Amegakure más fuerte que jamás haya existido. Y después, ya se verá. Mientras tú estés lamentándote, ellos estarán entrenando.
—Sabéis que también podéis contar conmigo para lo que necesitéis —confirmó Ayame, pero su voz tembló cuando pronunció las siguientes palabras—. Hanabi-dono, Datsue, necesito haceros dos preguntas. Aparte de Daruu, el otro que se coló en la aldea, el que provocó aquella explosión... ¿Fue Akame? Sé que es un asunto complicado y no lo preguntaría si no fuera por una buena razón, pero sabemos que es capaz de teletransportarse de forma similar a como lo hace Daruu, y necesitamos saber... necesitamos saber si es posible que aparezca también en nuestra aldea en cualquier momento.
De algo estaba segura Ayame: no iba a poder conciliar el sueño tranquila a sabiendas de que el Uchiha podía aparecer en su habitación mientras dormía y... y...
¿Acaso Akame se iba a convertir en el monstruo de sus pesadillas nocturnas?
Pero Ayame volvió a suspirar, abatida. No tenían ya bastante con los Generales, que ahora tenían que estar pendientes también de dos exiliados. Y no dos exiliados cualquiera, no, sino los que eran, o habían sido, con toda probabilidad unos de los shinobi más poderosos de Uzushiogakure y Amegakure.
—No harás tal cosa, Datsue, no ahora, no en nuestras horas más bajas —ordenó Hanabi, tratando de aplacar el peligroso fuego que ardía en las entrañas del Uchiha—. Te necesitamos, y no voy a arriesgarme a perderte ni como shinobi, ni como guardián, ni como amigo. No por un traidor. No obstante, Uchiha Akame se fue de este mundo sin responder por sus crímenes. Lo respetamos, honramos su muerte, y le velamos como a uno más de los nuestros. ¿Y nos paga de ésta forma? ¿Engañándonos a todos? ¿Trayendo el fuego a nuestro hogar?
«Fue... ¿Fue él...?» Se preguntó Ayame, a raíz de las palabras de Hanabi, con los ojos abiertos como platos. ¿Pero cómo? ¡No debía de haber pasado más de una hora entre su encuentro en Tanzaku Gai y su conversación con el Uzukage! ¿Cómo había llegado a Uzushio...? La kunoichi se estremeció de golpe, y su rostro palideció súbitamente al recordar lo que Daruu le contó tiempo atrás: «Él también puede teletransportarse... Puede... Puede...» Ayame se dejó caer sobre la cama lentamente, presa del terror.
—No quedará impune, eso te lo aseguro —continuaba hablando Hanabi—. Pero debemos tener cabeza y actuar con templanza, Datsue. No podemos cometer el error de dejarnos guiar por nuestros impulsos más primitivos y caer en su juego. Allí, nos volvemos débiles. ¿Pero unidos? Quiero que confíes en mí, Datsue. Lo vamos a resolver. Pero juntos.
—Datsue —habló Daruu—. Sigo apoyándote. En esto también. No dejes de tenernos en cuenta, por favor. Usted también, Hanabi-sama. A pesar de que mi actitud ayer fuera deplorable. Se lo ruego, no deseo más que la fortaleza de esta Alianza y su perpetua extensión. Primero, voy a recuperar mi Byakugan. Después, voy a hacerme el puto ninja de Amegakure más fuerte que jamás haya existido. Y después, ya se verá. Mientras tú estés lamentándote, ellos estarán entrenando.
—Sabéis que también podéis contar conmigo para lo que necesitéis —confirmó Ayame, pero su voz tembló cuando pronunció las siguientes palabras—. Hanabi-dono, Datsue, necesito haceros dos preguntas. Aparte de Daruu, el otro que se coló en la aldea, el que provocó aquella explosión... ¿Fue Akame? Sé que es un asunto complicado y no lo preguntaría si no fuera por una buena razón, pero sabemos que es capaz de teletransportarse de forma similar a como lo hace Daruu, y necesitamos saber... necesitamos saber si es posible que aparezca también en nuestra aldea en cualquier momento.
De algo estaba segura Ayame: no iba a poder conciliar el sueño tranquila a sabiendas de que el Uchiha podía aparecer en su habitación mientras dormía y... y...
¿Acaso Akame se iba a convertir en el monstruo de sus pesadillas nocturnas?