5/05/2019, 01:21
Lo cierto es que Ayame, durante su inspección, no encontró nada demasiado útil como para que pudiera cambiar el destino de su misión en algún momento de la misma. En la pequeña despensa que había en la cocina habían un par de platos, vasos, y algunos cubiertos. También un sartén plano y una olla, para hervir o freír lo que fuese. Algunas paletas de plástico y un exprimidor de jugo. Curiosamente, también habían unos cuántos alimentos no perecederos, como aceite vegetal y al menos unas doce latas de atún. Seguro que a Daruu le gustaría probar algo de eso, ¿no?
En el cuarto de baño, nada sobresaliente. Había un juego de toallas secas y dobladas, un aromatizante, y poco más. Había una salida de ventilación en el trecho, pero resultaba demasiado estrecho como para que una persona pudiera caber a través de ella.
Cuando acabó en la ventana, no obstante, notó que tenía un pequeño pestillo que permitía abrirla como una corredera. Tenía la suerte de que el ventanal estaba cubierto por fuera con una malla anti-luciérnagas que también podía removerse, aunque con el manojo de luces con alas que sobrevolaban las cercanías, no era para nada recomendable.
Ahí se dio cuenta que la Bruma era un edificio bastante alto, y que desde ahí se podía ver gran parte del barrio en el que se encontraba. Parecía bastante tranquilo y sin demasiado alboroto. La gente, sumida en sus negocios, en sus quehaceres del día a día.
Ni rastro de criminalidad, ni nada.
Si querían iniciar las averiguaciones pertinentes, era evidente que tendría que ser lejos de su refugio.
Daruu encontró a Ginjo secando unos vasos. El salón seguía igual de animado, y ahora sonaba en la rocola una música más movida y simpática.
»¡Ginjo-san! Lo siento, es que... es que... perdone usted, me da un poco de vergüenza, ¡pero es que me estaba meando!
¡Pues haberlo dicho, hombre, que no es un pecado tener que mear! —rió él también, dejando atrás cualquier disgusto que hubiera podido tener antes—. ¿y? ¿os gustó? ¿o preferís ir a rentarle algo a la competencia?
En el cuarto de baño, nada sobresaliente. Había un juego de toallas secas y dobladas, un aromatizante, y poco más. Había una salida de ventilación en el trecho, pero resultaba demasiado estrecho como para que una persona pudiera caber a través de ella.
Cuando acabó en la ventana, no obstante, notó que tenía un pequeño pestillo que permitía abrirla como una corredera. Tenía la suerte de que el ventanal estaba cubierto por fuera con una malla anti-luciérnagas que también podía removerse, aunque con el manojo de luces con alas que sobrevolaban las cercanías, no era para nada recomendable.
Ahí se dio cuenta que la Bruma era un edificio bastante alto, y que desde ahí se podía ver gran parte del barrio en el que se encontraba. Parecía bastante tranquilo y sin demasiado alboroto. La gente, sumida en sus negocios, en sus quehaceres del día a día.
Ni rastro de criminalidad, ni nada.
Si querían iniciar las averiguaciones pertinentes, era evidente que tendría que ser lejos de su refugio.
* * *
Daruu encontró a Ginjo secando unos vasos. El salón seguía igual de animado, y ahora sonaba en la rocola una música más movida y simpática.
»¡Ginjo-san! Lo siento, es que... es que... perdone usted, me da un poco de vergüenza, ¡pero es que me estaba meando!
¡Pues haberlo dicho, hombre, que no es un pecado tener que mear! —rió él también, dejando atrás cualquier disgusto que hubiera podido tener antes—. ¿y? ¿os gustó? ¿o preferís ir a rentarle algo a la competencia?