5/05/2019, 17:33
Pese a todo, aquel escrutinio fue de todo menos fructuoso. No encontró absolutamente nada, aparte de algo de vajilla y utensilios de cocina, una docena de latas de atún —«¿Es que sólo se alimentan de atún por aquí? A Daruu no le va a hacer ninguna gracia...»— y toallas y equipo de aseo en el baño. La rejilla de ventilación era demasiado estrecha para poder colarse a través de ella (o, mejor dicho, para que Daruu se colara). Al menos la ventana tenía un platillo para poder correrla así que serviría como punto de fuga en caso de necesitarlo.
Ayame se apoyó con un suspiro contra la ventana. Fuera, la calle continuaba su día de una forma tranquila, casi inapropiada para un callejón de Shinogi-to, a su parecer. No había criminales, ni alboroto, ni violencia...
Pasados algunos minutos, Ayame dejó la mochila en un rincón de la habitación y salió. Bajó de nuevo la escalera de caracol y regresó a la recepción, donde estaban Ginjo y Daruu.
—Es posible que tengamos que comprar algo de comida, Daruu —le dijo, una vez a su lado—. No creo que podamos sobrevivir a partir de latas de atún. Sobre todo tú —añadió, con una risilla cómplice.
Ayame se apoyó con un suspiro contra la ventana. Fuera, la calle continuaba su día de una forma tranquila, casi inapropiada para un callejón de Shinogi-to, a su parecer. No había criminales, ni alboroto, ni violencia...
Pasados algunos minutos, Ayame dejó la mochila en un rincón de la habitación y salió. Bajó de nuevo la escalera de caracol y regresó a la recepción, donde estaban Ginjo y Daruu.
—Es posible que tengamos que comprar algo de comida, Daruu —le dijo, una vez a su lado—. No creo que podamos sobrevivir a partir de latas de atún. Sobre todo tú —añadió, con una risilla cómplice.