16/05/2019, 15:41
La anciana albergó cara de circunstancia, durante el intercambio entre aquél par de extraños. No los veía, no sabía como lucían, pero su oído estaba entrenado. Años y años dependiendo de él, no podía ser de otra forma.
—Esto es un bar, muchacho. No hay cerveza sin alcohol —contestó, lacónica—. Agua de caño será.
Y si Ayame tenía dudas de cómo lograba una ciega para moverse y saber en donde estaba cada cosa, pues pronto se dio cuenta que lo hacía con una destreza digna de las necesidades más primordiales de un invidente, que ante la desgracia, debía sí o sí acostumbrarse a su entorno y dominarlo. Habrían sido años y años de práctica, de tropezones. Pero ella siempre había estado ahí, a pesar de la docena de dueños. A pesar de las modificaciones que haya podido sufrir la taberna a lo largo de los años.
Allí, en Mal de Ojo, ni siquiera necesitaba de su bastón. Se movió casi que por inercia y tomó un vaso de la vidriera, que llenó con el grifo. Aunque el sistema de agua potable era probablemente uno de los más avanzados de Oonindo, no parecía una decisión muy salubre beber de aquel contenido.
Luego volvió y se lo tendió a la cara.
—Son 10 ryous.
—Esto es un bar, muchacho. No hay cerveza sin alcohol —contestó, lacónica—. Agua de caño será.
Y si Ayame tenía dudas de cómo lograba una ciega para moverse y saber en donde estaba cada cosa, pues pronto se dio cuenta que lo hacía con una destreza digna de las necesidades más primordiales de un invidente, que ante la desgracia, debía sí o sí acostumbrarse a su entorno y dominarlo. Habrían sido años y años de práctica, de tropezones. Pero ella siempre había estado ahí, a pesar de la docena de dueños. A pesar de las modificaciones que haya podido sufrir la taberna a lo largo de los años.
Allí, en Mal de Ojo, ni siquiera necesitaba de su bastón. Se movió casi que por inercia y tomó un vaso de la vidriera, que llenó con el grifo. Aunque el sistema de agua potable era probablemente uno de los más avanzados de Oonindo, no parecía una decisión muy salubre beber de aquel contenido.
Luego volvió y se lo tendió a la cara.
—Son 10 ryous.