17/05/2019, 14:02
Allí, estando tan cerca; el rostro de Nioka no le hacía honor a su foto del Libro Bingo. Estaba claro que había envejecido un par de años, se le veía más portentosa y con más experiencia que lo que podía transmitir la antigua fotografía, que apuntaba a ser de una época donde apenas transitaba sus primeros años como exiliada de Amegakure. Esa palpable experiencia justificaba que siguiera viva, junto a Shannako, y la propia Naia. Las tres eran técnicamente las fundadoras del grupo. Las tres venían de intentar complotar contra su aldea. De usar a los hombres a su antojo, destruyendo familias en el proceso, con tal de lograr sus objetivos. Así fue entonces, y así seguía siendo ahora.
Por esa razón, el eructo de Yuso la obligó a virar tal y como lo había planeado Daruu. Con una vena abombada que le crecía desde el escote hasta la sien.
Nioka abandonó el taburete y tambaleó su cuerpo hacia el gordo que miraba hacia todos lados, tratando de entender de donde había provenido el sonido. Pero estaba tan tomado que, en su cabeza, no podia estar cien por ciento seguro que no había sido el. Un sudor frío le recorrió la papada, a medida de que se acercaba la mole y una vez la tuvo frente a frente, haciéndole sombra, contuvo la respiración.
Pero lejos de desatar su ira, la morena le susurró un par de cosas al hombre en intimidad. En el ínterin, Ayame y Daruu aprovecharon la distracción para escabullirse de la taberna, como quien no quiere la cosa.
El error no fue quizás pensar en escapar ahora que tenían la oportunidad, sino que una shinobi experimentada no iba a percatarse de ello. Igual quizás no importaba demasiado, siendo que llevaban un apariencia que no les iba a delatar de nada... no?
De cualquier forma, fuera suerte o simple casualidad, Nioka no les detuvo, ni tampoco les siguió. Contempló la huida de aquel par de extraños al lado de un hombre que, pronto, iba a sufrir las consecuencias de su ofensa.
Por esa razón, el eructo de Yuso la obligó a virar tal y como lo había planeado Daruu. Con una vena abombada que le crecía desde el escote hasta la sien.
Nioka abandonó el taburete y tambaleó su cuerpo hacia el gordo que miraba hacia todos lados, tratando de entender de donde había provenido el sonido. Pero estaba tan tomado que, en su cabeza, no podia estar cien por ciento seguro que no había sido el. Un sudor frío le recorrió la papada, a medida de que se acercaba la mole y una vez la tuvo frente a frente, haciéndole sombra, contuvo la respiración.
Pero lejos de desatar su ira, la morena le susurró un par de cosas al hombre en intimidad. En el ínterin, Ayame y Daruu aprovecharon la distracción para escabullirse de la taberna, como quien no quiere la cosa.
El error no fue quizás pensar en escapar ahora que tenían la oportunidad, sino que una shinobi experimentada no iba a percatarse de ello. Igual quizás no importaba demasiado, siendo que llevaban un apariencia que no les iba a delatar de nada... no?
De cualquier forma, fuera suerte o simple casualidad, Nioka no les detuvo, ni tampoco les siguió. Contempló la huida de aquel par de extraños al lado de un hombre que, pronto, iba a sufrir las consecuencias de su ofensa.