18/05/2019, 19:29
El gato asintió y encajó la mandíbula de tal forma que pudiera hablar de forma fluida, sin que ningún maullido perturbarse el informe.
—Es sobre la grandota, también, señor —dijo, mientras movía las orejas—. dimos con ella tras escuchar la conversación de un grupo de comerciantes que decían estar esperando a una de las Náyade. Poco después llegó la enorme mujer morena y charlaron un poco. No pudimos escuchar demasiado, ella estaba muy atenta y no habríamos tenido oportunidad contra esa hacha que lleva.
»Pero llegamos a oír lo más importante, señor. Hablaban de que en dos días les llega nueva mercancía y que debían ir preparando todo para el transporte habitual. Intuyo que tienen una especie de sistema de transporte para lo que sea que estén esperando recibir que les permita esquivar la guardia que vigila las entradas oficiales a la capital. Intercambiaron los puntos de encuentro. Cinco de la mañana del Tsuchiyōbi, en los Campos de Trigo que hay al este, tras los muros. Luego de finiquitar los detalles, cada quién cogió su camino. Yo seguí a la mujer, hasta esa Taberna, señor. Y ellos a los dos hombres.
El de color canela intervino.
—Sabemos dónde se ocultan, si le sirve de algo, Daruu-sama.
—Es sobre la grandota, también, señor —dijo, mientras movía las orejas—. dimos con ella tras escuchar la conversación de un grupo de comerciantes que decían estar esperando a una de las Náyade. Poco después llegó la enorme mujer morena y charlaron un poco. No pudimos escuchar demasiado, ella estaba muy atenta y no habríamos tenido oportunidad contra esa hacha que lleva.
»Pero llegamos a oír lo más importante, señor. Hablaban de que en dos días les llega nueva mercancía y que debían ir preparando todo para el transporte habitual. Intuyo que tienen una especie de sistema de transporte para lo que sea que estén esperando recibir que les permita esquivar la guardia que vigila las entradas oficiales a la capital. Intercambiaron los puntos de encuentro. Cinco de la mañana del Tsuchiyōbi, en los Campos de Trigo que hay al este, tras los muros. Luego de finiquitar los detalles, cada quién cogió su camino. Yo seguí a la mujer, hasta esa Taberna, señor. Y ellos a los dos hombres.
El de color canela intervino.
—Sabemos dónde se ocultan, si le sirve de algo, Daruu-sama.