19/05/2019, 20:31
—Mmh... De momento será mejor que descanséis, chicos —asintió Daruu—. Yo os llamaré cuando os volvamos a necesitar. Será muy pronto. Mientras tanto... ¡Estáis libres! Muchas gracias por todo.
—¡Sí, Daruu-sama! —asintieron los dos felinos, y los tres, al unísono, se despidieron con uno de aquellos saludos militares que tan graciosos quedaban en sus pequeños y peluditos cuerpos antes de desaparecer en sendas nubes de humo.
Los dos shinobi se quedaron a solas de nuevo, con las fantasmagóricas luces de las luciérnagas en el exterior y una misteriosa niebla ascendiendo como zarcillos por los muros del hostal que recibía su nombre. Ayame, terriblemente cansada, estiró los brazos por encima de la cabeza con un leve quejido y después se dejó caer sobre el colchón, todos sus cabellos desparramados por la almohada como una cascada de ébano.
—Qué monada de invocaciones tienes —dijo con una risilla, antes de abrir la boca en un sonoro bostezo—. Hagamos una cosa... Hoy ha sido un día muy largo y ya es muy tarde como para que pensemos con claridad. Durmamos y pulamos mañana los detalles del plan, ¿vale?
—¡Sí, Daruu-sama! —asintieron los dos felinos, y los tres, al unísono, se despidieron con uno de aquellos saludos militares que tan graciosos quedaban en sus pequeños y peluditos cuerpos antes de desaparecer en sendas nubes de humo.
Los dos shinobi se quedaron a solas de nuevo, con las fantasmagóricas luces de las luciérnagas en el exterior y una misteriosa niebla ascendiendo como zarcillos por los muros del hostal que recibía su nombre. Ayame, terriblemente cansada, estiró los brazos por encima de la cabeza con un leve quejido y después se dejó caer sobre el colchón, todos sus cabellos desparramados por la almohada como una cascada de ébano.
—Qué monada de invocaciones tienes —dijo con una risilla, antes de abrir la boca en un sonoro bostezo—. Hagamos una cosa... Hoy ha sido un día muy largo y ya es muy tarde como para que pensemos con claridad. Durmamos y pulamos mañana los detalles del plan, ¿vale?