19/05/2019, 22:39
Los gatos se despidieron de nuevo con aquél característico saludo militar que no terminaba de dejar de hacerle gracia y desaparecieron en una nube de humo tan pronto como habían aparecido al comenzar la mañana. Daruu suspiró y se dio la vuelta.
—Qué monada de invocaciones tienes —rio Ayame.
—Lo son. —Daruu sonrió, reparó de nuevo en la ventana abierta, la cerró y se tumbó en la cama junto a Ayame.
—Hagamos una cosa... Hoy ha sido un día muy largo y ya es muy tarde como para que pensemos con claridad. Durmamos y pulamos mañana los detalles del plan, ¿vale?
GGGJJjjjRRRRRJjj... Un ronquido como única respuesta.
Se levantaron temprano, gracias a un reloj despertador que Daruu había encontrado el día de antes registrando la habitación. Tomaron un humilde desayuno, se asearon y se prepararon. Daruu indicó a Ayame que más que perder el tiempo planificando el golpe fuerte —la emboscada del Tsuchiyobi—, lo mejor era que el chico invocase a los gatos y, después, que hicieran algo primero con los secuaces menores como la misma muchacha había dejado caer. Así tendrían más recursos.
De modo que cuando todo estuvo listo, el shinobi se mordió el dedo pulgar e invocó a dos de sus tres mininos de rastreo favoritos. Zina, el simpático gato de color canela con rayas marrón oscuro y ojos dorados; y Kiri, la gata perlada de ojos de color azul pálido y actitud serena y seria.
—Buenos días, chicos —les sonrió Daruu—. Antes de que nos guiéis hacia allá, contadnos todo lo que sepáis de esos tipos. Y decidnos dónde se ocultan y cómo es el sitio. —Daruu se acercó a la ventana y abrió una rendija—. Luego, bajáis a la calle y nos esperáis. Cuando salgamos del hotel, os seguiremos.
—Qué monada de invocaciones tienes —rio Ayame.
—Lo son. —Daruu sonrió, reparó de nuevo en la ventana abierta, la cerró y se tumbó en la cama junto a Ayame.
—Hagamos una cosa... Hoy ha sido un día muy largo y ya es muy tarde como para que pensemos con claridad. Durmamos y pulamos mañana los detalles del plan, ¿vale?
GGGJJjjjRRRRRJjj... Un ronquido como única respuesta.
· · ·
A la mañana siguiente...
Se levantaron temprano, gracias a un reloj despertador que Daruu había encontrado el día de antes registrando la habitación. Tomaron un humilde desayuno, se asearon y se prepararon. Daruu indicó a Ayame que más que perder el tiempo planificando el golpe fuerte —la emboscada del Tsuchiyobi—, lo mejor era que el chico invocase a los gatos y, después, que hicieran algo primero con los secuaces menores como la misma muchacha había dejado caer. Así tendrían más recursos.
De modo que cuando todo estuvo listo, el shinobi se mordió el dedo pulgar e invocó a dos de sus tres mininos de rastreo favoritos. Zina, el simpático gato de color canela con rayas marrón oscuro y ojos dorados; y Kiri, la gata perlada de ojos de color azul pálido y actitud serena y seria.
—Buenos días, chicos —les sonrió Daruu—. Antes de que nos guiéis hacia allá, contadnos todo lo que sepáis de esos tipos. Y decidnos dónde se ocultan y cómo es el sitio. —Daruu se acercó a la ventana y abrió una rendija—. Luego, bajáis a la calle y nos esperáis. Cuando salgamos del hotel, os seguiremos.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)