20/05/2019, 23:27
Fuera de celebraciones, pues aún no habían logrado el objetivo de la misión —entregar las hierbas— los chicos tuvieron que hacer una breve pausa, para poner en práctica lo sugerido por el Inuzuka. Kazuma, al fin pudo verse algo mas... adecuado... para la situación. Era casi como si estuviese vestido, así al menos lograron que el rubor de las mejillas de Ranko desapareciesen de poco a poco. Etsu tampoco hubiese estado demasiado cómodo en esa situación por mucho tiempo, y Kazuma de seguro tampoco.
Pero como dice el abuelo, bien está lo que bien acaba.
De nuevo, y con fuerzas renovadas, pusieron rumbo a la aldea. Tenían con ellos todas las hierbas solicitadas, e incluso las que la madre de Ranko había pedido como favor. Sin duda alguna, la suerte les sonreía, al menos ahora mismo. Solo era cuestión de tiempo que liquidasen la deuda para con la aldea.
«¡Ya se ve la aldea!»
A lo lejos, en la propia entrada a Kusagakure, la mujer que les había ofertado la misión les esperaba, sentada con tranquilidad sobre un banco. Lo curioso era que ese banco previamente nunca había estado allí. Al menos no lo recordaba así el Inuzuka. Pero bueno, eso eran detalles sin mayor importancia. La mujer saludó al grupo de aventureros, y preguntó por cómo había ido la misión, así como si habían podido recoger las hierbas extra. Ranko se apresuró a contestar que así era, y miró al Inuzuka; el custodio de las susodichas hierbas.
El rastas alzó la bolsa, ofreciéndosela a la mujer —así es, aquí las tenemos. La misión ha sido todo un éxito, aunque unos animales salvajes nos entretuvieron un poco...
Para bien o para mal, un poco de acción en una misión tan sencilla como la de recolectar, siempre venía bien. No era para quejarse, al menos no demasiado.
Pero como dice el abuelo, bien está lo que bien acaba.
De nuevo, y con fuerzas renovadas, pusieron rumbo a la aldea. Tenían con ellos todas las hierbas solicitadas, e incluso las que la madre de Ranko había pedido como favor. Sin duda alguna, la suerte les sonreía, al menos ahora mismo. Solo era cuestión de tiempo que liquidasen la deuda para con la aldea.
«¡Ya se ve la aldea!»
A lo lejos, en la propia entrada a Kusagakure, la mujer que les había ofertado la misión les esperaba, sentada con tranquilidad sobre un banco. Lo curioso era que ese banco previamente nunca había estado allí. Al menos no lo recordaba así el Inuzuka. Pero bueno, eso eran detalles sin mayor importancia. La mujer saludó al grupo de aventureros, y preguntó por cómo había ido la misión, así como si habían podido recoger las hierbas extra. Ranko se apresuró a contestar que así era, y miró al Inuzuka; el custodio de las susodichas hierbas.
El rastas alzó la bolsa, ofreciéndosela a la mujer —así es, aquí las tenemos. La misión ha sido todo un éxito, aunque unos animales salvajes nos entretuvieron un poco...
Para bien o para mal, un poco de acción en una misión tan sencilla como la de recolectar, siempre venía bien. No era para quejarse, al menos no demasiado.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~