23/05/2019, 22:22
Daruu notó enseguida que algo no iba bien. Como si algo le hubiera apuñalado por la espalda a punto de revelarles un secreto crucial a los protagonistas de una película, Watanabe se había quedado tieso y pálido, y no fue capaz de continuar la frase. Visiblemente nervioso dentro de su disfraz de Eien, miró nervioso a las escaleras y consideró todas las opciones que les quedaban. «Mierda, mierda...»
—Kinaara, una retirada a tiempo es una victoria —dijo, y comenzó a formular los sellos de su Genjutsu de nuevo—. Tú confía en mi y sígueme el rollo totalmente, le dibujaré una bonita historia en esa cabeza repugnante de tabacalero.
El Genjutsu de Ayame se rompió. Watanabe Ooyu había sentido algo raro, como si se desvaneciese de pronto, como si cayese en un sueño profundo pero sólo momentáneo. Debía ser, tuvo a bien decirle una vocecilla interior, que no había dormido muy bien aquella noche. Sí, debía ser eso.
Aquellos dos extraños estaban frente a él, sonriendo con aquella cara de suficiencia que no le gustaba un pelo. Sí, eran raros, y raro era el papel que aquél moreno, el tal Eien, le había dejado sobre la mesa. Raro, sí, pero la suma de dinero tenía muchos ceros. Muchos ceros. Ooyu habría aceptado el trato sin pensárselo, de no ser porque la puerta se abrió de golpe y una mujer que parecía una montaña entró gruñendo como un orco.
Era Nioka, de las Náyades. Miró con ojos rojos de furia a los dos presentes.
—¡Largo! ¡Tengo cosas que hablar con Watanabe! ¡Vamos! ¿¡Es que no me habéis oído, o qué!?
Kinaara cogió el papel del negocio pendiente de negociación y agarró a su compañero del brazo. Ambos abandonaron la habitación visiblemente asustados.
—Watanabe. Se cancela la reunión del próximo Tsuchiyobi. Nos han salido otros planes.
—¡P... pero yo no puedo permitirme esperar más! ¡Necesito más...! —se oyó pronunciar nitidamente Ooyu.
—¡Cierra el pico, payaso! No puede ser y punto. Y por cierto... —La Náyade agarró a Ooyu de la camisa y acercó su fea cara a su barbita de idiota—. No creas que no lo he notado... tus únicas clientas de confianza somos nosotras. Te quiero ver mandando a la mierda a esos dos en cuanto salga de aquí. ¿¡Me has entendido!?
—S... sí, Nioka.
La mujer se dio la vuelta y salió de la habitación dando pisotones y estampando la puerta al abrirla contra la pared del despacho. Empujó a Eien al salir, fulminándole con la mirada, y se perdió tras las escaleras de caracol.
Ooyu se acercó apresuradamente, visiblemente molesto y asustado. Se le cayó el puro al suelo también dentro de la ilusión.
—¡Vamos! ¡Fuera de aquí! ¡Tenéis cara de timadores! ¡Largo! —Se oyó decir, y se vio empujar a Eien.
Y en ese momento, la ilusión acabó.
—¡Wa... Watanabe-dono, no se ponga a... no se ponga así, ya nos vamos, ya nos vamos! ¡Lo siento! —se apresuró a añadir Eien desde fuera de la ilusión—. ¡V-vámonos, Kinaara! ¡Vámonos! —Cogió a Kinaara del brazo y tiró con energía, comenzando a caminar apresuradamente hacia las escaleras.
«Luego te lo explico, por favor, sígueme el rollo...», prácticamente rezó por dentro.
—Kinaara, una retirada a tiempo es una victoria —dijo, y comenzó a formular los sellos de su Genjutsu de nuevo—. Tú confía en mi y sígueme el rollo totalmente, le dibujaré una bonita historia en esa cabeza repugnante de tabacalero.
· · ·
El Genjutsu de Ayame se rompió. Watanabe Ooyu había sentido algo raro, como si se desvaneciese de pronto, como si cayese en un sueño profundo pero sólo momentáneo. Debía ser, tuvo a bien decirle una vocecilla interior, que no había dormido muy bien aquella noche. Sí, debía ser eso.
Aquellos dos extraños estaban frente a él, sonriendo con aquella cara de suficiencia que no le gustaba un pelo. Sí, eran raros, y raro era el papel que aquél moreno, el tal Eien, le había dejado sobre la mesa. Raro, sí, pero la suma de dinero tenía muchos ceros. Muchos ceros. Ooyu habría aceptado el trato sin pensárselo, de no ser porque la puerta se abrió de golpe y una mujer que parecía una montaña entró gruñendo como un orco.
Era Nioka, de las Náyades. Miró con ojos rojos de furia a los dos presentes.
—¡Largo! ¡Tengo cosas que hablar con Watanabe! ¡Vamos! ¿¡Es que no me habéis oído, o qué!?
Kinaara cogió el papel del negocio pendiente de negociación y agarró a su compañero del brazo. Ambos abandonaron la habitación visiblemente asustados.
—Watanabe. Se cancela la reunión del próximo Tsuchiyobi. Nos han salido otros planes.
—¡P... pero yo no puedo permitirme esperar más! ¡Necesito más...! —se oyó pronunciar nitidamente Ooyu.
—¡Cierra el pico, payaso! No puede ser y punto. Y por cierto... —La Náyade agarró a Ooyu de la camisa y acercó su fea cara a su barbita de idiota—. No creas que no lo he notado... tus únicas clientas de confianza somos nosotras. Te quiero ver mandando a la mierda a esos dos en cuanto salga de aquí. ¿¡Me has entendido!?
—S... sí, Nioka.
La mujer se dio la vuelta y salió de la habitación dando pisotones y estampando la puerta al abrirla contra la pared del despacho. Empujó a Eien al salir, fulminándole con la mirada, y se perdió tras las escaleras de caracol.
Ooyu se acercó apresuradamente, visiblemente molesto y asustado. Se le cayó el puro al suelo también dentro de la ilusión.
—¡Vamos! ¡Fuera de aquí! ¡Tenéis cara de timadores! ¡Largo! —Se oyó decir, y se vio empujar a Eien.
Y en ese momento, la ilusión acabó.
· · ·
—¡Wa... Watanabe-dono, no se ponga a... no se ponga así, ya nos vamos, ya nos vamos! ¡Lo siento! —se apresuró a añadir Eien desde fuera de la ilusión—. ¡V-vámonos, Kinaara! ¡Vámonos! —Cogió a Kinaara del brazo y tiró con energía, comenzando a caminar apresuradamente hacia las escaleras.
«Luego te lo explico, por favor, sígueme el rollo...», prácticamente rezó por dentro.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)