24/05/2019, 03:15
(Última modificación: 24/05/2019, 03:39 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
La mente era, en el mundo ninja, un recurso que podía ser explotado, perturbado e invadido gracias a los cientos de usos del chakra. Las artes del genjutsu en su gran variedad de aplicaciones servía para engañar de una manera tan profunda que el subconsciente no tenía más remedio que creer fervientemente en lo que sus señales cognitivas emitían, a obra y semejanza de aquellos que dominan las artes ilusorias. Pero, llegado a un punto, la mente tenía sus propios mecanismos de defensa que, en algunos casos, servía para dar alerta al perturbado. Cuando los acontecimientos dejaban de tener sentido. Cuando por más que tu propia realidad te convenciesen que ésto o aquello estaba sucediendo, no podías dejar de preguntarte de si lo acontecido no era más que un alocado producto de tu imaginación. Por esa razón, cuando vio a Eien y a Kinaara salir espantados tras su repentina negativa a tratar con ellos, Ooyu no dijo una sola palabra. Tan sólo frunció el ceño, se agachó a recoger el puro y empezó a ver a su alrededor con profunda extrañeza, tratando de comprender qué es lo que había pasado.
Porque como ya decía antes, la mente es un recurso que podía ser explotado, perturbado e invadido. Pero debía hacerse con cuidado, y mucha delicadeza. Con mucha responsabilidad.
Y Daruu se había tomado muchas libertades creativas. Demasiadas. No. Daruu no había sido responsable al dar vida a aquella ilusión.
Nada ni nadie les detuvo durante su descenso. Pudieron bajar apresuradamente sin ningún contratiempo, y a mitad de camino hacia la salida —si es que decidían abandonar el territorio de los Watanabe—. se encontraron con el montacargas que llevaba consigo una bandeja con tres copas, y unas esencias de infusión de té para los invitados de Ooyu-sama. Miró soslayo a los dos nobles, confuso como sólo podía estarlo él. ¿Para eso le habían hecho perder el tiempo en buscar bebidas?
Porque como ya decía antes, la mente es un recurso que podía ser explotado, perturbado e invadido. Pero debía hacerse con cuidado, y mucha delicadeza. Con mucha responsabilidad.
Y Daruu se había tomado muchas libertades creativas. Demasiadas. No. Daruu no había sido responsable al dar vida a aquella ilusión.
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Nada ni nadie les detuvo durante su descenso. Pudieron bajar apresuradamente sin ningún contratiempo, y a mitad de camino hacia la salida —si es que decidían abandonar el territorio de los Watanabe—. se encontraron con el montacargas que llevaba consigo una bandeja con tres copas, y unas esencias de infusión de té para los invitados de Ooyu-sama. Miró soslayo a los dos nobles, confuso como sólo podía estarlo él. ¿Para eso le habían hecho perder el tiempo en buscar bebidas?