24/05/2019, 18:45
—Kiri-kun está bien. Vimos salir al comerciante de los establos y pensó que seguirlo podía ser importante para vuestra misión. Me pidió que os avisase mientras él le seguía el rastro hacia el sur.
>>vamos!
Minutos después, moviéndose por los tejados que componían las irregulares edificaciones de piedra sobre la cual estaba cernida Shinogi-To; los ninjas se corrían al paso de un gato que era extremadamente hábil. En aquellos caminos, Zina tenía una ventaja envidiable cuando se trata de persecuciones.
Sin dar mucha explicación, el gato decidió dirigirse hacia una dirección en base de probabilidades. Si el hombre iba a pie, y se dirigía al sur; tendría que pasar la plaza central, donde los ninjas tuvieron su primer vistazo más crudo de la ciudad, allí en el pozo comunal. De la plaza al Establo de los Watanabe habría probablemente un par de minutos a caminata ininterrumpida y, teniendo esos datos en cuenta, sería muy probable que ellos fueran capaces de interceptarlos incluso antes de que acabaran en el más que probable destino de Ooyu.
Oh, y Zina tendría que ser remunerado a base de galletitas especiales de atún por haber logrado lo impensable: encontrar dos agujas en un pajar.
Zina acabó deslizándose por una trinchera de cerámico y maulló muy levemente. Era una alerta. Un ahí están.
Watanabe Ooyu caminaba con tranquilidad por su ciudad, sin temor a represalias. Era un hombre de la casa, con muchos contactos, y bien protegido. O al menos la suficiente protección que un buen par de billetes o un sustancioso favor podía comprar.
Kiri, un experto en el mimetismo con el ambiente, se escondía entre unas colchas oscuras que combinaban muy bien con su piel, y acechaba cuando sabía que no iba a generar sospecha.
Faltaban tres cuadras lineales para alcanzar la plaza, y allí había demasiada gente si los ninjas decidían, tal y lo sugerido por Daruu... pasar a la acción.
>>vamos!
Minutos después, moviéndose por los tejados que componían las irregulares edificaciones de piedra sobre la cual estaba cernida Shinogi-To; los ninjas se corrían al paso de un gato que era extremadamente hábil. En aquellos caminos, Zina tenía una ventaja envidiable cuando se trata de persecuciones.
Sin dar mucha explicación, el gato decidió dirigirse hacia una dirección en base de probabilidades. Si el hombre iba a pie, y se dirigía al sur; tendría que pasar la plaza central, donde los ninjas tuvieron su primer vistazo más crudo de la ciudad, allí en el pozo comunal. De la plaza al Establo de los Watanabe habría probablemente un par de minutos a caminata ininterrumpida y, teniendo esos datos en cuenta, sería muy probable que ellos fueran capaces de interceptarlos incluso antes de que acabaran en el más que probable destino de Ooyu.
Oh, y Zina tendría que ser remunerado a base de galletitas especiales de atún por haber logrado lo impensable: encontrar dos agujas en un pajar.
Zina acabó deslizándose por una trinchera de cerámico y maulló muy levemente. Era una alerta. Un ahí están.
Watanabe Ooyu caminaba con tranquilidad por su ciudad, sin temor a represalias. Era un hombre de la casa, con muchos contactos, y bien protegido. O al menos la suficiente protección que un buen par de billetes o un sustancioso favor podía comprar.
Kiri, un experto en el mimetismo con el ambiente, se escondía entre unas colchas oscuras que combinaban muy bien con su piel, y acechaba cuando sabía que no iba a generar sospecha.
Faltaban tres cuadras lineales para alcanzar la plaza, y allí había demasiada gente si los ninjas decidían, tal y lo sugerido por Daruu... pasar a la acción.