24/05/2019, 19:54
Hanabi lanzó el bote hacia arriba, haciéndolo rodar, y cogiéndolo de nuevo. Varias veces. Arriba y abajo. Lo miraba como quien contempla una reliquia mágica.
—Hace tiempo, podría haber jurado que muchas de estas pastillas tenían tu nombre escrito, Uchiha Datsue —dijo—. Afortunadamente, confié en ti. Porque veía potencial. Veía pasión. Quizás dirigida en el sentido incorrecto. Quizás, falta de guía. De brújula.
»Pero el tiempo ha demostrado que mi intuición sigue bastante afinada, ¿eh?
Hanabi agarró fuerte el bote de pastillas. Entrecerró los ojos. Una vez más, la atmósfera opresiva que caracterizaba al chakra del mandatario de Uzushiogakure se expandió por el despacho como un líquido derramado sobre un cuenco, invadiéndolo todo. Solo que esta vez... esta vez, para Datsue, fue diferente. Sintió el choque del chakra de Hanabi, sí. Pero fue más como un vuelco al estómago que como un choque en la tráquea. Más como un chute de adrenalina que le inquietaba. Menos como si le hubieran envasado al vacío. Hanabi pareció percatarse. Levantó una ceja.
—Y además, estás entrenando cada día con más empeño. Puedo verlo. Puedo sentirlo. —El bote de pastillas entro en combustión espontánea. Hanabi consumió recipiente y contenido hasta que no quedaron más que las cenizas, que resbalaron por sus dedos precipitándose al suelo.
»Datsue-kun. Hace tiempo encomendé una tarea a una compañera tuya. A una amiga tuya. Uzumaki Eri. ¿Sabes? Cuando la miraba a ella, veía a Shiona. Pero hace tiempo que no la veo. Creo que ha descuidado un poco su entrenamiento. Y creo que... el sombrero le venía un poco grande.
Como si lo que acabase de decir no hubiera sido nada importante, Hanabi se sacudió las manos y añadió, con una sonrisa:
—¡Eh! ¿No teníamos un combatillo pendiente?
—Hace tiempo, podría haber jurado que muchas de estas pastillas tenían tu nombre escrito, Uchiha Datsue —dijo—. Afortunadamente, confié en ti. Porque veía potencial. Veía pasión. Quizás dirigida en el sentido incorrecto. Quizás, falta de guía. De brújula.
»Pero el tiempo ha demostrado que mi intuición sigue bastante afinada, ¿eh?
Hanabi agarró fuerte el bote de pastillas. Entrecerró los ojos. Una vez más, la atmósfera opresiva que caracterizaba al chakra del mandatario de Uzushiogakure se expandió por el despacho como un líquido derramado sobre un cuenco, invadiéndolo todo. Solo que esta vez... esta vez, para Datsue, fue diferente. Sintió el choque del chakra de Hanabi, sí. Pero fue más como un vuelco al estómago que como un choque en la tráquea. Más como un chute de adrenalina que le inquietaba. Menos como si le hubieran envasado al vacío. Hanabi pareció percatarse. Levantó una ceja.
—Y además, estás entrenando cada día con más empeño. Puedo verlo. Puedo sentirlo. —El bote de pastillas entro en combustión espontánea. Hanabi consumió recipiente y contenido hasta que no quedaron más que las cenizas, que resbalaron por sus dedos precipitándose al suelo.
»Datsue-kun. Hace tiempo encomendé una tarea a una compañera tuya. A una amiga tuya. Uzumaki Eri. ¿Sabes? Cuando la miraba a ella, veía a Shiona. Pero hace tiempo que no la veo. Creo que ha descuidado un poco su entrenamiento. Y creo que... el sombrero le venía un poco grande.
Como si lo que acabase de decir no hubiera sido nada importante, Hanabi se sacudió las manos y añadió, con una sonrisa:
—¡Eh! ¿No teníamos un combatillo pendiente?