25/05/2019, 16:38
—Bien. Por favor, seguidme. Tengo un camino que podemos transitar sin que nadie nos vea.
Kiri aguardó a que tanto Zina como Ayame estuvieran listos para seguir su rastro, y arrancó a correr.
No fue hasta ese momento que Ayame comprendió lo diestros, útil y serviciales que eran los gatos callejeros de Daruu. Sin ellos, aquella misión se habría convertido en todo un problema cuando se trataba de moverse por la ciudad, de encontrar las mejores rutas y de rastrear. Sin ellos no hubieran dado con Ooyu.
Minutos después, llegaron a la Bruma negra, e independientemente de por dónde ingresaran, Ayame y los dos gatos lograron llegar hasta su habitación.
Ya lejos de la faena, más calmada y centrada en organizar sus pensamientos, y sin la adrenalina mitigando el sentimiento subyugado de su primer asesinato; Ayame sintió como el mundo se le venía encima. La vívida imagen de Ooyu cayendo al suelo, víctima de su bala mortífera.
Era evidente que el chuunin, como fuera que se llamara, no iba a entender nada de lo que trataba de explicarle Daruu. Quizás porque, si se trataba de un mafioso que estaba muerto por alguna razón de peso, nunca hubiera decidido traerlo a Amegakure. De todas formas, ¿acaso era eso posible? ¿se lo trajo cargando como mula desde Shinogi-To, o qué mierda?
¡Oh, claro que iremos a donde Yui-sama! —dijo mientras un compañero de él se acercaba a la escena—. Minamoto, encárgate de la gente y llévate a ese cadáver de aquí, joder
Cogió por el pescuezo a Daruu y lo llevó a rastras hacia el edificio de la Arashikage...
... para encontrarse con que Yui no estaba disponible.
—¿Acaso no estabas en una misión, Amedama-kun? —era Hida-dono.
Kiri aguardó a que tanto Zina como Ayame estuvieran listos para seguir su rastro, y arrancó a correr.
No fue hasta ese momento que Ayame comprendió lo diestros, útil y serviciales que eran los gatos callejeros de Daruu. Sin ellos, aquella misión se habría convertido en todo un problema cuando se trataba de moverse por la ciudad, de encontrar las mejores rutas y de rastrear. Sin ellos no hubieran dado con Ooyu.
Minutos después, llegaron a la Bruma negra, e independientemente de por dónde ingresaran, Ayame y los dos gatos lograron llegar hasta su habitación.
Ya lejos de la faena, más calmada y centrada en organizar sus pensamientos, y sin la adrenalina mitigando el sentimiento subyugado de su primer asesinato; Ayame sintió como el mundo se le venía encima. La vívida imagen de Ooyu cayendo al suelo, víctima de su bala mortífera.
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Era evidente que el chuunin, como fuera que se llamara, no iba a entender nada de lo que trataba de explicarle Daruu. Quizás porque, si se trataba de un mafioso que estaba muerto por alguna razón de peso, nunca hubiera decidido traerlo a Amegakure. De todas formas, ¿acaso era eso posible? ¿se lo trajo cargando como mula desde Shinogi-To, o qué mierda?
¡Oh, claro que iremos a donde Yui-sama! —dijo mientras un compañero de él se acercaba a la escena—. Minamoto, encárgate de la gente y llévate a ese cadáver de aquí, joder
Cogió por el pescuezo a Daruu y lo llevó a rastras hacia el edificio de la Arashikage...
... para encontrarse con que Yui no estaba disponible.
—¿Acaso no estabas en una misión, Amedama-kun? —era Hida-dono.