27/05/2019, 11:00
De la escalerilla de madera de Baratie descendió una figura. Era delgada y no muy alta, lo que cabría esperarse para un adolescente de unos dieciséis o diecisiete años. Vestía un yukata de color índigo, de aspecto mundano que fácilmente podía confundirse con el atuendo típico de jugadores y bandidos, remangado. Pantalones bombachos de color azul marino cubrían sus piernas, ceñidos a las pantorrillas por las botas altas de color negro que calzaba. A la espalda llevaba, en una funda bandolera, una espada demasiado larga para ser una wakizashi pero demasiado corta para tratarse de una uchigatana. Y sobre la cabeza, un kasa de paja que el bueno de Kushoro le había prestado. Sobre la oreja izquierda, ceñida entre algunos de los vendajes que cubrían gran parte de su rostro, una pluma de color azul muy vivo. En los labios, un cigarrillo humeante... Y en la mirada, dos rocas de ónice.
Akame, que oteaba el embarcadero con curiosidad —era mucho más humilde y pequeño de lo que había imaginado---- , atendió al codazo del jefe de tripulación y vió al llamado "Money-sama", que iba acompañado de una mujer anciana. Él también tenía acompañante, sólo que en su caso le sacaba algunos —muchos— años de menos a la vieja. Era Shikari, liberada ya de sus ataduras pero a la que el Uchiha seguía vigilando en todo momento por el rabillo del ojo. El renegado dudó unos instantes, pero finalmente se acercó a la curiosa pareja, haciéndole un ademán a la prostituta para que le siguiera.
—A descargar, y que nadie sienta la tentación de pasarse de listo, o le acuchillo aquí mismo como a un perro —ordenó a Kushoro antes de descender.
Una vez frente a Money y la anciana, Akame les miró a ambos de forma alternativa antes de presentarse con cuanta tranquilidad fue capaz.
—Money, me imagino. Soy Suzaku —dijo, escueto—. Traigo el omoide, y un regalo, además.
Akame, que oteaba el embarcadero con curiosidad —era mucho más humilde y pequeño de lo que había imaginado---- , atendió al codazo del jefe de tripulación y vió al llamado "Money-sama", que iba acompañado de una mujer anciana. Él también tenía acompañante, sólo que en su caso le sacaba algunos —muchos— años de menos a la vieja. Era Shikari, liberada ya de sus ataduras pero a la que el Uchiha seguía vigilando en todo momento por el rabillo del ojo. El renegado dudó unos instantes, pero finalmente se acercó a la curiosa pareja, haciéndole un ademán a la prostituta para que le siguiera.
—A descargar, y que nadie sienta la tentación de pasarse de listo, o le acuchillo aquí mismo como a un perro —ordenó a Kushoro antes de descender.
Una vez frente a Money y la anciana, Akame les miró a ambos de forma alternativa antes de presentarse con cuanta tranquilidad fue capaz.
—Money, me imagino. Soy Suzaku —dijo, escueto—. Traigo el omoide, y un regalo, además.