27/05/2019, 13:23
El Uchiha se mantuvo impretérrito ante las burlas y puyas de aquel tipo, Money, que tenía toda la pinta de uno de esos modelos que salían en los anuncios de los apartamentos turísticos de las Costas del Remolino, siempre bronceados, con gafas de Sol y cara de gustarles los daikiris. «¿Por qué habla tan raro este tipejo?», pensó Akame. Aquel tío tenía un acento que nunca había escuchado, y sus expresiones le recordaban a algo... Aunque Akame no supo a qué en ese momento. Pese a todo, sabía que estaba caminando sobre una fina capa de hielo en un lago, de modo que se concentró en mantenerse calmado.
—Pues tu hermano llevaba una espía a bordo, y parecía muy relajado al respecto. O bien estaba confabulado con ciertas trillizas que parece que os tienen muchas ganas, o bien no tenía ni idea de a qué clase de gente invitaba a su barco... Y a su camarote. A lo mejor tú me puedes despejar esa duda que tengo, Money —preguntó el Uchiha, sin alterarse ni alzar la voz—. Llámame como quieras, no tengo miedo a asegurar que estoy tan limpio de lealtad hacia Uzushiogakure como lo estoy del omoide. Comprueba la carga, gramo a gramo si quieres. Vas a ver que no falta ni una pizca.
Con la mano diestra, Akame se apartó ligeramente los vendajes que le cubrían la parte izquierda del rostro, dejando entrever las horribles quemaduras que le desfiguraban más allá de cualquier posible arreglo. Miró a Money directamente a los ojos.
—En el Remolino me odian más de lo que tú o cualquier otro amigo del difunto tiburón podría hacerlo jamás. Eso sí, si vas a intentar matarme, te aconsejo tener mejor puntería que ellos. Ya ves que no hicieron un trabajo demasiado limpio.
Luego miró también a la anciana.
—Pero si me aceptáis entre los vuestros, en ese puesto que me he ganado por mi propia mano, todos nos vamos a ver beneficiados. Eso os lo puedo asegurar.
—Pues tu hermano llevaba una espía a bordo, y parecía muy relajado al respecto. O bien estaba confabulado con ciertas trillizas que parece que os tienen muchas ganas, o bien no tenía ni idea de a qué clase de gente invitaba a su barco... Y a su camarote. A lo mejor tú me puedes despejar esa duda que tengo, Money —preguntó el Uchiha, sin alterarse ni alzar la voz—. Llámame como quieras, no tengo miedo a asegurar que estoy tan limpio de lealtad hacia Uzushiogakure como lo estoy del omoide. Comprueba la carga, gramo a gramo si quieres. Vas a ver que no falta ni una pizca.
Con la mano diestra, Akame se apartó ligeramente los vendajes que le cubrían la parte izquierda del rostro, dejando entrever las horribles quemaduras que le desfiguraban más allá de cualquier posible arreglo. Miró a Money directamente a los ojos.
—En el Remolino me odian más de lo que tú o cualquier otro amigo del difunto tiburón podría hacerlo jamás. Eso sí, si vas a intentar matarme, te aconsejo tener mejor puntería que ellos. Ya ves que no hicieron un trabajo demasiado limpio.
Luego miró también a la anciana.
—Pero si me aceptáis entre los vuestros, en ese puesto que me he ganado por mi propia mano, todos nos vamos a ver beneficiados. Eso os lo puedo asegurar.