27/05/2019, 17:44
Silente y obediente, el Uchiha avanzó tras de la anciana hasta que llegaron a su destino; un despacho que le arrancó un destello de curiosidad a Akame. Aquel parecía el de alguien realmente importante y rico, la clase de oficina que esperaría uno ver en el lugar de negocios de un importante señor o empresario. Sin embargo, allí estaba, encajado dentro de un bareto de mala muerte en una zona muy sospechosa de un emergente pueblo de pescadores. La situación no podía ser más bizarra. Akame se sentó cuando la anciana le indicó que lo hiciera, y con una mirada ordenó a Shikari que se quedara de pie. Ella todavía no tenía su beneplácito. Todavía tenía que pasar una prueba.
—Así es —corroboró el renegado, serio, sin apartar la vista de la vieja—. La cacé al poco de zarpar, marcando nuestra ruta para que ciertas conocidas vuestras nos siguieran y nos atacaran en alta mar. ¿No es así, Shikari? —preguntó Akame, desviando un momento la vista hacia la prostituta—. Así que decidí tomarla para mí, después de hacer lo propio con Shaneji. Ahora no tiene otro dueño que yo.
Aquella parte del plan era la que menos pulida estaba. ¿Aceptaría Dragón Rojo simplemente que Akame tomase en propiedad a aquella muchacha que había sido lo suficientemente temeraria como para aceptar una suma desorbitada de dinero para espiarles? ¿O se opondrían, reclamando un justo —pero contraproducente para Akame— sacrificio de sangre? El Uchiha no las tenía todas consigo y tampoco conocía a aquella anciana, de modo que optó por marcar territorio pero con cautela.
—Conoces mi nombre, pero yo no sé el tuyo.
—Así es —corroboró el renegado, serio, sin apartar la vista de la vieja—. La cacé al poco de zarpar, marcando nuestra ruta para que ciertas conocidas vuestras nos siguieran y nos atacaran en alta mar. ¿No es así, Shikari? —preguntó Akame, desviando un momento la vista hacia la prostituta—. Así que decidí tomarla para mí, después de hacer lo propio con Shaneji. Ahora no tiene otro dueño que yo.
Aquella parte del plan era la que menos pulida estaba. ¿Aceptaría Dragón Rojo simplemente que Akame tomase en propiedad a aquella muchacha que había sido lo suficientemente temeraria como para aceptar una suma desorbitada de dinero para espiarles? ¿O se opondrían, reclamando un justo —pero contraproducente para Akame— sacrificio de sangre? El Uchiha no las tenía todas consigo y tampoco conocía a aquella anciana, de modo que optó por marcar territorio pero con cautela.
—Conoces mi nombre, pero yo no sé el tuyo.