28/05/2019, 20:53
Akame seguía a la Anciana sin articular palabra, silencioso, diligente, como una sombra de la propia mujer. Dentro de su cabeza, todo era un avispero. Se preguntaba si de verdad mantendrían con vida a Shikari o si ya la habrían degollado para luego arrojar su cuerpo por algún acantilado. Se preguntaba si la Anciana no le estaría llevando a un lugar apartado donde le esperaban enemigos multitudinarios y poderosos que le dieran muerte, como a una bestia salvaje, entre los bosques. Se preguntaba cuánto dinero movía realmente Dragón Rojo, y si la apariencia de Money no era simplemente un farol. Se preguntaba muchas cosas, el joven Akame.
Sin embargo, cuando la Anciana le requirió saber el motivo que le había llevado a asesinar a Shaneji, el Uchiha no dudó ni un segundo. No mintió, ni pensó en disfrazar la verdad. La disparó tal cual, a bocajarro y sin edulcorar, directa a la cara de aquella que se la había pedido.
—Porque no pienso ser el perro faldero de nadie. Ya he tenido suficiente con una correa, si iba a hacer todo este camino y a ponerme en la diana de las Tres Grandes, no sería para lamer unas cadenas distintas. Eso es lo que pretendía mi buen amigo Kaido, y eso es lo que pretendía Shaneji... —agregó, con su habitual voz calmada—. Ninguno de los dos supo ver que no se puede encarcelar a un verdadero Dragón. No por mucho tiempo.
Akame había vuelto a colocarse su kasa de paja en la cabeza, aunque el característico cigarrillo que tan identificable podía ser como un rasgo inequívoco de su apariencia todavía no se veía en sus labios. El Uchiha seguía alerta. Luego siguió hablando.
—Supe de vuestros métodos de ascenso, un tanto heterodoxos he de decir —levantó ambas manos, como diciendo "no voy a ser yo quien os juzgue"—. Así que Shaneji se convirtió en el objetivo perfecto. Confiado, presuntuoso, impulsivo... Incapaz de ver que tenía una espía delante de sus narices. No fue difícil.
Pese a todo, no había rastro de orgullo o disfrute en lo que Akame relataba. Parecía obvio que no tomaba placer en haber matado al Hōzuki, incluso si esto había sido una condición necesaria para librarse de la correa de sus amos.
Sin embargo, cuando la Anciana le requirió saber el motivo que le había llevado a asesinar a Shaneji, el Uchiha no dudó ni un segundo. No mintió, ni pensó en disfrazar la verdad. La disparó tal cual, a bocajarro y sin edulcorar, directa a la cara de aquella que se la había pedido.
—Porque no pienso ser el perro faldero de nadie. Ya he tenido suficiente con una correa, si iba a hacer todo este camino y a ponerme en la diana de las Tres Grandes, no sería para lamer unas cadenas distintas. Eso es lo que pretendía mi buen amigo Kaido, y eso es lo que pretendía Shaneji... —agregó, con su habitual voz calmada—. Ninguno de los dos supo ver que no se puede encarcelar a un verdadero Dragón. No por mucho tiempo.
Akame había vuelto a colocarse su kasa de paja en la cabeza, aunque el característico cigarrillo que tan identificable podía ser como un rasgo inequívoco de su apariencia todavía no se veía en sus labios. El Uchiha seguía alerta. Luego siguió hablando.
—Supe de vuestros métodos de ascenso, un tanto heterodoxos he de decir —levantó ambas manos, como diciendo "no voy a ser yo quien os juzgue"—. Así que Shaneji se convirtió en el objetivo perfecto. Confiado, presuntuoso, impulsivo... Incapaz de ver que tenía una espía delante de sus narices. No fue difícil.
Pese a todo, no había rastro de orgullo o disfrute en lo que Akame relataba. Parecía obvio que no tomaba placer en haber matado al Hōzuki, incluso si esto había sido una condición necesaria para librarse de la correa de sus amos.