29/05/2019, 15:48
(Última modificación: 29/05/2019, 18:24 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Comenzaré diciendo que enviar el cuerpo al centro de la villa fue un último recurso y que lamento mucho, muchísimo haberlo hecho. Lo siento, Arashikage-sama —habló Daruu, y Ayame se estremeció al escucharle.
«¿Al... centro de la villa...? ¿Habla en serio...?» Se repitió para sus adentros, pero guardó un absoluto y riguroso silencio.
—Puede que sea irresponsable, pero le juro por el honor de mi familia que era la única salida —continuaba hablando su compañero—. Mis gatos descubrieron un colaborador de las Náyades. Tratamos de sacarle la información con Genjutsu, pero tenía algún tipo de protección que le impidió hablar. Le lavé el cerebro todo lo bien que pude, pero Zina y Kiri sospecharon que se dirigía a contarles a las Náyades que había pasado algo raro. Así que teníamos... era necesario eliminarlo.
»El refugio que hemos elegido no era un lugar apropiado para traer el cuerpo. Podrían haberlo visto, y no tenemos medio para eliminarlo ni para sellarlo. La única marca que tenía disponible era la de mi casa, en la villa. Una vez más, disculpas... pasaré a preguntarle más cuando usted considere, Arashikage-sama.
La imagen de Yui se mantuvo tan estática como una estatua de mármol. El silencio se prolongó durante varios largos segundos, y casi llegó a dar la sensación de que la imagen de la Arashikage se había congelado en el aire.
—Hida —habló entonces, refiriéndose al asistente—. ¿Tengo entendido que el cadáver cayó desde la ventana de la casa de Amedama?
—Así es, Yui-sama.
«Q... ¡¿QUÉ?!» En aquella ocasión, Ayame no pudo evitar abrir los ojos de par en par. Y tuvo que hacer un auténtico esfuerzo por mantener la postura y no volverse, horrorizada, hacia Daruu. ¡¿Pero cómo se le había ocurrido algo así?!
—Entonces no era tu último recurso —resolvió la Arashikage, severa—. Tenías otra salida. La de haber dejado el cuerpo en tu jodida casa y no echarlo a mitad de la calle. Solicitar una comitiva de la morgue e informarnos directamente sin que me tenga que enterar del revuelo por otros. Vuestro asesinato... vuestra responsabilidad. Haríais bien los dos en recordarlo de ahora en adelante.
—Lo recordaré, Yui-sama. Lo siento mucho —respondió Daruu.
—Lo siento, Arashikage-sama —añadió Ayame de inmediato, con un hilo de voz.
—¿Debo esperar que me vuelvas aquí con algún otro cadáver que no sea de las Náyades, o puedo confiar en que podéis con ésto? —les cuestionó, de forma tan certera y directa que Ayame sintió una punzada en el pecho. Cada vez estaba más convencida de que matar a Watanabe había sido un terrible error, y suya había sido la mano ejecutora...—. Con la muerte de ese hombre: ¿dejasteis cabos sueltos?
Ayame escuchó a Daruu respirar hondo.
—El plan no tiene marcha atrás. Hay una reunión en un día y medio. Ese tío tenía empleados y algún socio, por lo que hemos averiguado. Nuestro proceder iba a ser acabar con Nioka el Tsuchiyōbi, o atraparla y tratar de sustraerle información. Si quiere, puedo preparar en Amegakure una marca de sangre en alguna prisión o en alguna sala preparada para deshacernos de cualquier otro cadáver que pudiera delatarnos. No henos hecho esto nunca y agradeceremos cualquier tipo de consejo y ayuda suya, Arashikage-sama. Quisiera... aprender de usted. Lo que haga falta. En serio.
—Es más que probable que en su casa noten su desaparición... —añadió Ayame, con un ligero temblor en sus manos—. No sabemos si tenía familia, pero como mínimo sus empleados... Tendremos suerte si esto no llega a los oídos de las Náyades, pero no dejamos pruebas que nos pudieran inculpar. Hemos sido cautelosos, hemos ocultado nuestras identidades en todo momento, y lo hicimos cuando nadie podía vernos.
»Si nuestras sospechas eran ciertas y Watanabe iba a las Náyades, quizás se lo comunicó a alguno de los suyos. Puede que, incluso, lleguen a pensar que ellas le han hecho algo...
Ayame calló de repente, congelada en el sitio. Tardó algunos segundos en reaccionar, el mismo tiempo en el que los engranajes de su cerebro se pusieron en marcha y... ¡click! ¡Las piezas encajaron!
—¡Lo tengo! —exclamó, volviéndose hacia Daruu—. ¡No dejamos el cuerpo allí ni hay pruebas ni testigos de que haya muerto, así que para la gente Watanabe sólo ha desparecido durante varias horas! Uno de nosotros debe hacerse pasar por él, transformarse en él y ocupar su lugar en el negocio hasta el Tsuchiyobi. Si alguien pregunta le diremos que hemos ido a hablar con las Náyades como suponíamos que iba a hacer, pero no daremos demasiados detalles. Lo mejor sería que interactuáramos con el menor número de personas posibles, así que el suplente debería encerrarse en su despacho y... hacer como que hace negocios o algo así. ¡Y después acudir a la cita con total naturalidad con la mercancía que tenía en su poder!
«¿Al... centro de la villa...? ¿Habla en serio...?» Se repitió para sus adentros, pero guardó un absoluto y riguroso silencio.
—Puede que sea irresponsable, pero le juro por el honor de mi familia que era la única salida —continuaba hablando su compañero—. Mis gatos descubrieron un colaborador de las Náyades. Tratamos de sacarle la información con Genjutsu, pero tenía algún tipo de protección que le impidió hablar. Le lavé el cerebro todo lo bien que pude, pero Zina y Kiri sospecharon que se dirigía a contarles a las Náyades que había pasado algo raro. Así que teníamos... era necesario eliminarlo.
»El refugio que hemos elegido no era un lugar apropiado para traer el cuerpo. Podrían haberlo visto, y no tenemos medio para eliminarlo ni para sellarlo. La única marca que tenía disponible era la de mi casa, en la villa. Una vez más, disculpas... pasaré a preguntarle más cuando usted considere, Arashikage-sama.
La imagen de Yui se mantuvo tan estática como una estatua de mármol. El silencio se prolongó durante varios largos segundos, y casi llegó a dar la sensación de que la imagen de la Arashikage se había congelado en el aire.
—Hida —habló entonces, refiriéndose al asistente—. ¿Tengo entendido que el cadáver cayó desde la ventana de la casa de Amedama?
—Así es, Yui-sama.
«Q... ¡¿QUÉ?!» En aquella ocasión, Ayame no pudo evitar abrir los ojos de par en par. Y tuvo que hacer un auténtico esfuerzo por mantener la postura y no volverse, horrorizada, hacia Daruu. ¡¿Pero cómo se le había ocurrido algo así?!
—Entonces no era tu último recurso —resolvió la Arashikage, severa—. Tenías otra salida. La de haber dejado el cuerpo en tu jodida casa y no echarlo a mitad de la calle. Solicitar una comitiva de la morgue e informarnos directamente sin que me tenga que enterar del revuelo por otros. Vuestro asesinato... vuestra responsabilidad. Haríais bien los dos en recordarlo de ahora en adelante.
—Lo recordaré, Yui-sama. Lo siento mucho —respondió Daruu.
—Lo siento, Arashikage-sama —añadió Ayame de inmediato, con un hilo de voz.
—¿Debo esperar que me vuelvas aquí con algún otro cadáver que no sea de las Náyades, o puedo confiar en que podéis con ésto? —les cuestionó, de forma tan certera y directa que Ayame sintió una punzada en el pecho. Cada vez estaba más convencida de que matar a Watanabe había sido un terrible error, y suya había sido la mano ejecutora...—. Con la muerte de ese hombre: ¿dejasteis cabos sueltos?
Ayame escuchó a Daruu respirar hondo.
—El plan no tiene marcha atrás. Hay una reunión en un día y medio. Ese tío tenía empleados y algún socio, por lo que hemos averiguado. Nuestro proceder iba a ser acabar con Nioka el Tsuchiyōbi, o atraparla y tratar de sustraerle información. Si quiere, puedo preparar en Amegakure una marca de sangre en alguna prisión o en alguna sala preparada para deshacernos de cualquier otro cadáver que pudiera delatarnos. No henos hecho esto nunca y agradeceremos cualquier tipo de consejo y ayuda suya, Arashikage-sama. Quisiera... aprender de usted. Lo que haga falta. En serio.
—Es más que probable que en su casa noten su desaparición... —añadió Ayame, con un ligero temblor en sus manos—. No sabemos si tenía familia, pero como mínimo sus empleados... Tendremos suerte si esto no llega a los oídos de las Náyades, pero no dejamos pruebas que nos pudieran inculpar. Hemos sido cautelosos, hemos ocultado nuestras identidades en todo momento, y lo hicimos cuando nadie podía vernos.
»Si nuestras sospechas eran ciertas y Watanabe iba a las Náyades, quizás se lo comunicó a alguno de los suyos. Puede que, incluso, lleguen a pensar que ellas le han hecho algo...
Ayame calló de repente, congelada en el sitio. Tardó algunos segundos en reaccionar, el mismo tiempo en el que los engranajes de su cerebro se pusieron en marcha y... ¡click! ¡Las piezas encajaron!
—¡Lo tengo! —exclamó, volviéndose hacia Daruu—. ¡No dejamos el cuerpo allí ni hay pruebas ni testigos de que haya muerto, así que para la gente Watanabe sólo ha desparecido durante varias horas! Uno de nosotros debe hacerse pasar por él, transformarse en él y ocupar su lugar en el negocio hasta el Tsuchiyobi. Si alguien pregunta le diremos que hemos ido a hablar con las Náyades como suponíamos que iba a hacer, pero no daremos demasiados detalles. Lo mejor sería que interactuáramos con el menor número de personas posibles, así que el suplente debería encerrarse en su despacho y... hacer como que hace negocios o algo así. ¡Y después acudir a la cita con total naturalidad con la mercancía que tenía en su poder!